Ophelia L. Käss [EnProceso]

Presuponemos que ningún alma está totalmente echada a perder por el simple hecho de aparentarlo, pero sin duda Ophelia rompe con todos los esquemas, porque, con menuda lunática acabas de cruzarte. Gira el mundo y la realidad al menos ciento ochenta grados y así es como lo verá Ophelia: totalmente distorsionado, como si esta jovenzuela viviese una realidad paralela a la de todos los demás y dedicase su tiempo a hacer lo que la gente normalmente no hace. Se ensimisma con las cosas más absurdas, abstrayéndose de su entorno como si verdaderamente tuviese un problema, una enfermedad no diagnosticada y mucho menos medicada. No juega Ophelia solo a una única cosa, no está tan solo pendiente de lo que a su alrededor sucede. No. Ella va más allá, mucho más allá. Su juego, su vida e incluso ella misma no se reducen a una única cosa, sino que la disparidad de situaciones en las que constantemente Ophelial se ve envuelta hacen de ella misma una controversia excitante. Creará confusión; en ningún momento tendrás noción real de lo que está haciendo o quiere de ti. Cierra los ojos aunque sea un segundo y te habrás perdido como en cuestión de décimas ella ha entrado en tu vida y la ha desmoronado por entera. En ningún momento sabrás... nada de ella. Y lo que creas que sabes, posiblemente, será mentira.

Teatrera en el más amplio sentido de la palabra. Ophelia te atrapará, imitando una disparidad alta de caracteres distantes entre sí, para después dejarte caer en el más oscuro de los abismos inimaginables. La joven incita deseo, interés, y a la vez, irritación debido a su humor negro y satírico muchas veces dirigido directamente al ego ageno. Su sentido del humor únicamente divertirá a todos aquellos que no estén al borde del colapso emocional, puesto que sus burlas únicamente van dedicadas a meter aún más el dedo dentro del la yaga; a reabrir viejas heridas que se creían sanadas. Es capaz de imitar a una mujer cariñosa, mimosa y agradable, con el único fin de beneficiarse de algo o de alguien. Opta la mayoría de las veces por no forjar lazos estrechos o fuertes entre las personas más allegadas a ella. Catalogadas como relaciones que en un futuro te harán pedazos. En boca de la sociedad ha sido puesto el vil criterio y completamente erróneo de que Ophelia se desprecia; se rehuye incluso a sí misma y busca su autodestrucción inminente. Pero lo cierto es que la joven valora en demasía su carácter, forjado y rematado con el tiempo.

Mas no nos encontramos ante alguien cruel y despiadado en su cien por cien. Tampoco nos encontramos ante alguien que ni siente ni padece, pero casi ha logrado que se le catalogue como alguien sin sentimientos, que posee una máquina en vez de un corazón que lata. Todos, absolutamente todos, esperan algo de ella; pero no se dan cuenta de que ella necesita recibir también algo a cambio: la vida no es un juego solitario, es un juego de dos. Recíproco, como casi todos los actos que la conforman son. Una excepcional oradora, sin llegar a aburrir por su temas triviales o cansar debido a no poder pillarle por su vocabulario extravagante y recargado. En realidad, este intento de anti-heroína sólo se queda en eso, puesto que Ophelia tiene un pequeño talón de Aquiles. Y ese es justamente el ver el dolor en los ojos de otras personas, el sentirlo y el percibirlo como si él mismo fuese quien se haya caído, como si a él mismo fuese el que le hayan roto el corazón y no al revés. No puede resistirse a las lágrimas, a ese líquido acuoso y transparente que resbala por las mejillas de la gente. Y es que Ophelia puede no ser la mujer más perfecta del mundo, y mucho menos la más bondadosa y empática, pero tampoco es la bestia cruel y despiada que todos pintan. Aunque, en muchas ocasiones, sea ella mismo quien deje entrever todas aquellas facetas suyas que la gente suele detestar para que sigan pensando en ella como en alguien a quien deban temer.