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Un pequeño descanso [libre]
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Un pequeño descanso [libre]
Sentí la blandura del césped del jardín bajo mis zuecos cuando dejé atrás el pabellón de entrada de Vecordia. El sol me dio directamente en la cara y no pude evitar pararme en seco mientras me ponía las manos en los riñones y estiraba la espalda. Había pasado toda la noche de guardia y aunque había estado tranquila, a excepción de un par de pesadillas que había sufrido una de las enfermas, la espalda y las piernas me castigaban igualmente.
Miré a mi alrededor; algunos de los internos más pacíficos y menos graves caminaban por los jardines, acompañados o no, y los cuidadores los rodeaban constantemente para vigilar que nadie hiciese ninguna locura. Reí entre dientes ante mi propio pensamiento; "ninguna locura" era una expresión muy adecuada, dado el lugar en el que me encontraba. Me dirigí hacia un banco de madera que se hallaba situado bajo un árbol y me senté. Aún me quedaban un par de horas hasta poder irme a casa y pensé que aprovecharía para tantear a algunos de los nuevos cuidadores.
Llevé mis manos hasta la parte alta de mi cabeza para soltar las horquillas que sostenían mi cabello en un desordenado recogido y dejé que se extendiera por mi espalda al sol, sacudiendo la cabeza levemente para que se abriera después de estar tantas horas apretado y en la oscuridad de los pasillos de Vecordia. En cuanto llegase a casa, me daría una buena ducha y me metería en la cama, y quizá por la noche saliese a tomar algo... Era complicado resistirse a ponerme unos vaqueros, unos tacones y salir a por un Martini bien fresco para olvidarme de los rostros de aquellos internos.
Además, necesitaba desintoxicarme de aquel ambiente. Era lo suficientemente dura como para aguantar horas y horas allí metida, y no sólo me refería a los internos ordinarios sino también a los prisioneros, chicos y chicas jóvenes con poderes extraordinarios obligados a estar allí confinados, pero a veces llegaba a sentirme un poco superada por las situaciones que se vivían allí dentro. Suspiré y eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Tenía una misión que cumplir allí dentro y no podía dejarme llevar por la crudeza de las vidas de aquellos chicos.
Volví a abrir los ojos mientras palpaba los bolsillos de mi uniforme hasta que encontré un paquete de tabaco. Con cierta parsimonia, saqué un cigarrillo y me lo llevé a los labios, casi sintiendo la ansiedad de mi cuerpo por la nicotina, pues llevaba prácticamente toda la noche sin fumar. Lo encendí y dí una primera calada lenta y honda mientras un hormigueo me recorría los miembros. Dejé escapar el humo con la misma lentitud, observando a los internos y a sus cuidadores a través de él. Ya quedaba menos para irme a casa.
Miré a mi alrededor; algunos de los internos más pacíficos y menos graves caminaban por los jardines, acompañados o no, y los cuidadores los rodeaban constantemente para vigilar que nadie hiciese ninguna locura. Reí entre dientes ante mi propio pensamiento; "ninguna locura" era una expresión muy adecuada, dado el lugar en el que me encontraba. Me dirigí hacia un banco de madera que se hallaba situado bajo un árbol y me senté. Aún me quedaban un par de horas hasta poder irme a casa y pensé que aprovecharía para tantear a algunos de los nuevos cuidadores.
Llevé mis manos hasta la parte alta de mi cabeza para soltar las horquillas que sostenían mi cabello en un desordenado recogido y dejé que se extendiera por mi espalda al sol, sacudiendo la cabeza levemente para que se abriera después de estar tantas horas apretado y en la oscuridad de los pasillos de Vecordia. En cuanto llegase a casa, me daría una buena ducha y me metería en la cama, y quizá por la noche saliese a tomar algo... Era complicado resistirse a ponerme unos vaqueros, unos tacones y salir a por un Martini bien fresco para olvidarme de los rostros de aquellos internos.
Además, necesitaba desintoxicarme de aquel ambiente. Era lo suficientemente dura como para aguantar horas y horas allí metida, y no sólo me refería a los internos ordinarios sino también a los prisioneros, chicos y chicas jóvenes con poderes extraordinarios obligados a estar allí confinados, pero a veces llegaba a sentirme un poco superada por las situaciones que se vivían allí dentro. Suspiré y eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Tenía una misión que cumplir allí dentro y no podía dejarme llevar por la crudeza de las vidas de aquellos chicos.
Volví a abrir los ojos mientras palpaba los bolsillos de mi uniforme hasta que encontré un paquete de tabaco. Con cierta parsimonia, saqué un cigarrillo y me lo llevé a los labios, casi sintiendo la ansiedad de mi cuerpo por la nicotina, pues llevaba prácticamente toda la noche sin fumar. Lo encendí y dí una primera calada lenta y honda mientras un hormigueo me recorría los miembros. Dejé escapar el humo con la misma lentitud, observando a los internos y a sus cuidadores a través de él. Ya quedaba menos para irme a casa.
Claudia Stanford- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 24/02/2011
Edad : 39
Localización : Vecordia
Re: Un pequeño descanso [libre]
EL jardín era un lugar hermoso, comparado con el resto del lugar. No es que fuera “feo”, era simplemente monótono o viejo, o aburrido. Eso de no haber salido de allí dentro en años era realmente una cosa odiosa. El jardín era una pizca de libertad dentro de aquel lugar. Había conocido a muchos en su estancia, también a muchas, obviamente; algunos se habían curado y otros habían pasado a “otro pabellón”, por decirlo así. Ya no los mezclaban con ella, y a Gabrielle le picaba la curiosidad, ¿por qué? Y lo más importante, ¿Por qué a ella no? Sí, salía a la luz su vena más mañaca y caprichosa, aunque fuera por algo malo, ella lo quería. O al menos quería saber por qué. ¿Por qué buscar en el jardín? Simple, porque allí se juntaban todos los pacientes. Aunque al llegar allí fuera, Gabi se dio cuenta de que no había ni un solo paciente de los “VIP” (como ella los llamaba) y que las únicas veces que los había visto allí era acompañados por algún/a enfermero/a o un psicólogo o vigilante; pero nunca solos. Eso se lo ponía más difícil y una mueca de niña pequeña a la que no le han querido comprar algo se le puso en la cara.
Decidió que ya que estaba allí fuera, no iba a volver a internarse en el hospital hasta que pasara un rato. Observaba con su típica curiosidad-indiferencia todo lo que era capaz de ver y abrazaba con fuerza su peluche amado del que no solía desprenderse. Era gracioso ver a una joven de diecinueve años, vestida, peinada y maquillada impolutamente y con un peluche entre sus manos, pero por algo estaba allí, ¿no? Sus ojos se detuvieron en la imagen de una chica hermosa, sentada en un banco. Sabía que no era una paciente y que se trataba de una de las enfermeras y la conocía de vista, y sabia su nombre: Claudia, de pura chiripa. Lo típico de alguien habla de alguien, que habla con alguien que no la conoce; entonces esta persona te la señala y te dice su nombre. Ni si quiera recordaba quien se lo había contado. Aun así estaba encantada con la belleza de la mujer, con esos ojos claros, era cara perfecta, ese pelo oscuro… mientras la observaba se acercaba a ella sin notarlo, pero no paró hasta estar enfrente suya,-Hola-dijo tan solo, sonriéndole con su sonrisa dulce y melosa. Se sentó a su lado sin esperar una invitación y se quedó observándola de cerca, dándose cuenta de que era aun más hermosa. Su lado menos aniñado comenzaba a despertar, pero su inocencia nunca estaba dañada, por muchas cosas que hiciera. Los ojos grandes de Gabi estaban inspeccionando minuciosamente a la mujer y sus labios estaban abiertos en una mueca de duda; realmente estaba adorable. -¿Tienes novio? ¿o novia?-preguntó un segundo más tarde con su tono infantil.
Decidió que ya que estaba allí fuera, no iba a volver a internarse en el hospital hasta que pasara un rato. Observaba con su típica curiosidad-indiferencia todo lo que era capaz de ver y abrazaba con fuerza su peluche amado del que no solía desprenderse. Era gracioso ver a una joven de diecinueve años, vestida, peinada y maquillada impolutamente y con un peluche entre sus manos, pero por algo estaba allí, ¿no? Sus ojos se detuvieron en la imagen de una chica hermosa, sentada en un banco. Sabía que no era una paciente y que se trataba de una de las enfermeras y la conocía de vista, y sabia su nombre: Claudia, de pura chiripa. Lo típico de alguien habla de alguien, que habla con alguien que no la conoce; entonces esta persona te la señala y te dice su nombre. Ni si quiera recordaba quien se lo había contado. Aun así estaba encantada con la belleza de la mujer, con esos ojos claros, era cara perfecta, ese pelo oscuro… mientras la observaba se acercaba a ella sin notarlo, pero no paró hasta estar enfrente suya,-Hola-dijo tan solo, sonriéndole con su sonrisa dulce y melosa. Se sentó a su lado sin esperar una invitación y se quedó observándola de cerca, dándose cuenta de que era aun más hermosa. Su lado menos aniñado comenzaba a despertar, pero su inocencia nunca estaba dañada, por muchas cosas que hiciera. Los ojos grandes de Gabi estaban inspeccionando minuciosamente a la mujer y sus labios estaban abiertos en una mueca de duda; realmente estaba adorable. -¿Tienes novio? ¿o novia?-preguntó un segundo más tarde con su tono infantil.
Gabrielle I. Mazzolo- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 21/02/2011
Edad : 33
Localización : Hospital Mental de Vecordia
Re: Un pequeño descanso [libre]
Tenía la mirada fija en uno de los internos que se empeñaba en trepar a un árbol mientras su cuidador trataba de impedírselo. Me mantuve atenta por si tenía que intervenir pero entonces percibí movimiento al otro lado y al girar el rostro, vi a Gabrielle, una de las internas más tranquilas, que se acercaba con su mirada azul e inocente clavada en mí y sus manos aferradas a su oso de peluche. Rápidamente dí una última calada al cigarro y lo arrojé bajo el banco en el que estaba sentada; muchos de los internos habían tenido ciertos vicios antes de ingresar y era mejor no fomentárselos.
Gabrielle se sentó a mi lado, mirándome fijamente con los labios entreabiertos y formando una estampa realmente cándida frente a mí. Nadie que supiese como yo por qué estaba Gabrielle allí podría pensar que simplemente tenía una regresión perpetua hacia su infancia pero yo podía hacerme una idea de lo que había tras aquella expresión. Crucé las piernas, dejando que uno de mis zuecos bailara en la punta de mi pie y sonreí al escuchar su pregunta.
- Pues no, Gabrielle, no tengo ni novio, ni novia. No tengo tiempo, ¿sabes?
Hice una pausa para volver a recogerme los cabellos, pues al estar al sol volvía a tener calor. Suspiré hondamente; tenía ganas de llegar a casa y quitarme el uniforme. Además, tenía que actualizar mi base de datos con algunas informaciones que había estado captando en los últimos días. Observé el aspecto que presentaba Gabrielle, perfecta como siempre, y supuse que si estuviera en sus cabales, pensaría que yo estaba horrorosa después de una noche en vela. Yo prefería no mirarme en ningún espejo, a ser posible.
- ¿Por qué estás fuera? - le inquirí, dándome cuenta de que no había ningún cuidador con ella, aunque tampoco era que necesitase vigilancia constantemente... excepto si alguien que la chica considerase atractivo se le ponía demasiado cerca - ¿Ya has desayunado?
Esperaba que nadie la hubiera dejado salir sin haber pasado antes por el desayuno. A veces los cuidadores eran un poco... descuidados, valga la paradoja, y no interesaba que los internos estuviesen mal atendidos, al menos en ese sentido y siempre que se hubieran comportado bien y no fuese necesario castigarlos. Otra cosa eran los prisioneros... Volví mi atención a la chica y rozando con la punta del dedo su oso de peluche, le pregunté con cierto tono distraído:
- ¿Cómo se llama tu amigo?
No me disgustaba relacionarme con los internos pero reconocía que no siempre mi paciencia estaba preparada para tener las conversaciones demenciales que a veces éstos proporcionaban. A pesar de llevar un año allí, no me acostumbraba del todo al trato con enfermos mentales, pese a lo cual no lo cambiaría por ninguno de los hospitales en los que había trabajado en Texas.
Gabrielle se sentó a mi lado, mirándome fijamente con los labios entreabiertos y formando una estampa realmente cándida frente a mí. Nadie que supiese como yo por qué estaba Gabrielle allí podría pensar que simplemente tenía una regresión perpetua hacia su infancia pero yo podía hacerme una idea de lo que había tras aquella expresión. Crucé las piernas, dejando que uno de mis zuecos bailara en la punta de mi pie y sonreí al escuchar su pregunta.
- Pues no, Gabrielle, no tengo ni novio, ni novia. No tengo tiempo, ¿sabes?
Hice una pausa para volver a recogerme los cabellos, pues al estar al sol volvía a tener calor. Suspiré hondamente; tenía ganas de llegar a casa y quitarme el uniforme. Además, tenía que actualizar mi base de datos con algunas informaciones que había estado captando en los últimos días. Observé el aspecto que presentaba Gabrielle, perfecta como siempre, y supuse que si estuviera en sus cabales, pensaría que yo estaba horrorosa después de una noche en vela. Yo prefería no mirarme en ningún espejo, a ser posible.
- ¿Por qué estás fuera? - le inquirí, dándome cuenta de que no había ningún cuidador con ella, aunque tampoco era que necesitase vigilancia constantemente... excepto si alguien que la chica considerase atractivo se le ponía demasiado cerca - ¿Ya has desayunado?
Esperaba que nadie la hubiera dejado salir sin haber pasado antes por el desayuno. A veces los cuidadores eran un poco... descuidados, valga la paradoja, y no interesaba que los internos estuviesen mal atendidos, al menos en ese sentido y siempre que se hubieran comportado bien y no fuese necesario castigarlos. Otra cosa eran los prisioneros... Volví mi atención a la chica y rozando con la punta del dedo su oso de peluche, le pregunté con cierto tono distraído:
- ¿Cómo se llama tu amigo?
No me disgustaba relacionarme con los internos pero reconocía que no siempre mi paciencia estaba preparada para tener las conversaciones demenciales que a veces éstos proporcionaban. A pesar de llevar un año allí, no me acostumbraba del todo al trato con enfermos mentales, pese a lo cual no lo cambiaría por ninguno de los hospitales en los que había trabajado en Texas.
Claudia Stanford- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 24/02/2011
Edad : 39
Localización : Vecordia
Re: Un pequeño descanso [libre]
El día era perfecto, hacía sol, el cesped bajo mis zapatos estaba verde y fresco, el aire se sentía completamente puro, las personas no parecían notar mi presencia y eso era algo que me agradaba.
Tomé una gran bocanada de aire llenando por completo mis pulmones, sonreí ampliamente, salir al jardín era bueno de vez en cuando, cuando realmente no me sentía bajo ningún tipo de amenaza, cuando no había nadie observandome o cuando "ellos" no me tenían bajo el efecto de ninguna droga.
Caminé observándolo todo con detenimiento, el azul del cielo, el blanco de las nubes, el verde del cesped, todo lucía muy colorido aquel día, hasta el desaliñado uniforme de la enfermera que se hallaba cerca de mí.
Estaba sentada junto a una chica, Gabriela o Gabi, no sabía bien, no le había hablado casi, así que no sabía su nombre, pero la enfermera, la enfermera era una buena chica, no me había maltratado nunca desde que le había visto, en cierta forma ya le tenía aprecio.
Me senté junto a ellas pero a la vez distante, como si ellas no fuesen estado allí, les dirigí una mirada de reojo y suspiré acomodándome, la enfermera al parecer no estaba suministrando medicinas esta vez, y eso era bueno, ¿Por que no entendían que no siempre necesitamos medicina? a veces solo queremos esto, aire libre.
Tomé una gran bocanada de aire llenando por completo mis pulmones, sonreí ampliamente, salir al jardín era bueno de vez en cuando, cuando realmente no me sentía bajo ningún tipo de amenaza, cuando no había nadie observandome o cuando "ellos" no me tenían bajo el efecto de ninguna droga.
Caminé observándolo todo con detenimiento, el azul del cielo, el blanco de las nubes, el verde del cesped, todo lucía muy colorido aquel día, hasta el desaliñado uniforme de la enfermera que se hallaba cerca de mí.
Estaba sentada junto a una chica, Gabriela o Gabi, no sabía bien, no le había hablado casi, así que no sabía su nombre, pero la enfermera, la enfermera era una buena chica, no me había maltratado nunca desde que le había visto, en cierta forma ya le tenía aprecio.
Me senté junto a ellas pero a la vez distante, como si ellas no fuesen estado allí, les dirigí una mirada de reojo y suspiré acomodándome, la enfermera al parecer no estaba suministrando medicinas esta vez, y eso era bueno, ¿Por que no entendían que no siempre necesitamos medicina? a veces solo queremos esto, aire libre.
Kitty Moss- Mensajes : 122
Fecha de inscripción : 22/02/2011
Edad : 31
Localización : Vecorrrdia-Discordia xD
Re: Un pequeño descanso [libre]
Los ojos de Gabrielle no se separaban de la chica, aunque recorrían su cuerpo con minuciosidad, guardándolos en su mente y disfrutando de ellos. Tal vez eso suene algo psicópata, como un asesino en serie… pero era pura monotonía en ella; podía recordar a la perfección cada centímetro de las personas que le gustaba, ya fueran famosos o conocidos. Escuchó su respuesta y se le escapó una sonrisa de las suyas, hermosamente infantiles; pero la disimuló al instante, apretando mas fuerte contra ella su osito de peluche. –Una pena-contestó de forma inocente, aunque sus ojos decían lo contario-Muchos tendrían suerte de tenerte como novia-añadió más para ella que para la cuidadora, en casi un susurro. Un segundo más tarde, volvió su vitalidad y le sonrió de nuevo, de oreja a oreja, dejando a la vista todos sus dientes blancos.
Escuchó de nuevo su pregunta, y mientras pensaba en la contestación, ella realizó otra más. Se tomó su tiempo para contestar, sopesando las dos cuestiones y la mejor manera de contestarlas.-No sé, paseaba-dijo finalmente, con otra sonrisa enorme y exprés, pues eran como el flash de las cámaras, no duraban apenas segundos. La segunda pregunta era más difícil de contestar, tenía que decirla sin que sonara falsa, por lo que no tenía que ser falsa… pero tampoco podía decir la verdad; pero sí podía disfrazar la verdad.-No, pero iba a hacerlo después, juntándolo con el almuerzo…-comentó como una niña pequeña a la que le han pillado con las manos en la masa. Entonces vio como su dedo se dirigía a su amor más sincero, a la única cosa a la que de verdad adoraba… a su peluche, su mejor amigo en el mundo mundial.-Se llama Joke; por el Joker… ya sabes, el malo de Batman.-comentó también distraídamente. La historia del nombre de su peluche era demasiado larga para contarla, y ella no tenía ganas… no, tenía ganas de partirle la boca de un beso a esa cuidadora. Se sorprendió a si misma pensando eso.
En ese momento otra chica llegó y se sentó al lado de ellas. La tenia fichada, estaba en la parte de “aceptables”, era rubia, por lo que no entraba en “su perdición” (ella era más de morenas) pero a la vez, le gustaban sus labios. Tal vez le faltaban un par de vernos para que pudiera gustarle más en serio… Se giró y simplemente le dedicó, otra sonrisa “Flash”.
Escuchó de nuevo su pregunta, y mientras pensaba en la contestación, ella realizó otra más. Se tomó su tiempo para contestar, sopesando las dos cuestiones y la mejor manera de contestarlas.-No sé, paseaba-dijo finalmente, con otra sonrisa enorme y exprés, pues eran como el flash de las cámaras, no duraban apenas segundos. La segunda pregunta era más difícil de contestar, tenía que decirla sin que sonara falsa, por lo que no tenía que ser falsa… pero tampoco podía decir la verdad; pero sí podía disfrazar la verdad.-No, pero iba a hacerlo después, juntándolo con el almuerzo…-comentó como una niña pequeña a la que le han pillado con las manos en la masa. Entonces vio como su dedo se dirigía a su amor más sincero, a la única cosa a la que de verdad adoraba… a su peluche, su mejor amigo en el mundo mundial.-Se llama Joke; por el Joker… ya sabes, el malo de Batman.-comentó también distraídamente. La historia del nombre de su peluche era demasiado larga para contarla, y ella no tenía ganas… no, tenía ganas de partirle la boca de un beso a esa cuidadora. Se sorprendió a si misma pensando eso.
En ese momento otra chica llegó y se sentó al lado de ellas. La tenia fichada, estaba en la parte de “aceptables”, era rubia, por lo que no entraba en “su perdición” (ella era más de morenas) pero a la vez, le gustaban sus labios. Tal vez le faltaban un par de vernos para que pudiera gustarle más en serio… Se giró y simplemente le dedicó, otra sonrisa “Flash”.
Gabrielle I. Mazzolo- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 21/02/2011
Edad : 33
Localización : Hospital Mental de Vecordia
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