Una flor, para otra flor...xD( Eirtaé, Katty y Mauro)

El Hospital Psiquiatríco es un edificio frío, austero, lleno de paredes blancas desconchadas...un lugar monótono y aburrido...y como era de imaginarse, el jardín tampoco era muy imaginativo...un sitio pequeño, con pasto seco y un par de árboles nada acogedores, además de una única hamaca colgada de una rama...todo lo que había en ese lugar. Sin embargo, era uno de los sitios más frecuentados por los pacientes, ya que, el sólo hecho de sentir sol cosquilleando en la piel, producía una satisfacción única.
Por esto, todos aquellos pacientes autorizados a salir al Jardín lo hacían siempre que podían.
Esa misma mañana, una enfermera había llamado a todos aquellos que querían y podían salir, y los envío, en un grupo ordenado afura con una simple tarea: plantar flores.
Así, armados con una bolsa de semillas y un rastrillo de pala de plastico, salieron en fila india, un total de 6 pacientes, dispuestos a alegrar un poco el jardín tan deprimente...

Mauro, se ubicó cerca de dos chicas, y comenzó, así, su ardua tarea...

No lee interesaba que los llevaran al jardín tan solo para hacer el trabajo que le correspondía a un jardinero; la idea de poder estar bajo el sol un tiempo indefinido, tocando la tierra con las manos la hacia sentir viva, aunque estuviese dentro de ese sitio tan horrible. Las habitaciones eran celdas acolchadas, para que a nadie se le ocurriese darse cabezasos contra la pared. A diferencia de eso, se daban contra la puerta; la arañaban, lloraban, y gritaban. Casi se podía oír el sonido que hacian las uñas al desprenderse de la carne, de tanto razcar.

A cada uno le dieron una pala de plástico y una bolsa con semillas, que dudosamente pudiensen plantar completamente esta tarde. Los enfermemos les dijeron que podían quedarse hasta bien entrada la noche, pero al día siguiente tendrían que volver para trabajar, y bien temprano. Era una buena forma de dejarlos extenuados y luego no tener que soportarlos por la noche; un buen plan. Que inteligentes.
A pesar de todo, Leia no cabía en si de gozo. Iba a salir, no le iban poner horarios... ¡hasta quizá vería el sol ponerse! Hace años que no veía un crepúsculo.

La pusieron en la fila con otros seis chicos, entre Kit Kat y un muchacho que no conocía. Sintió que la muchacha la miraba un segundo antes de hablar, pero luego callaba. Tal vez no se acordaba de su nombre y no quería meter la pata. O no... Leia le dío vueltas a la palita en la mano y se la guardó en el bolsillo del mono. Parecía una especie de jardinera.
Sonrió involuntariamente cuando oyó a la chica hablar y jugueteó con un botón descocido mientras pensaba. -Nos dejarán quedarnos hasta la noche- respondió, con una sonrisa de esas que expresan felicidad de veras.

Seguía trabajando arduamente, cavando sobre la húmeda tierra. A decir verdad, era bastante díficil, considerando que sus herramientas eran de plástico, sencillos juguetes utilizados por niños en la playa...entonces, Mauro se preguntó si no era eso lo que querían: que se conviertieran en inocentes niños inofensivos...
Tal vez era así, y Mauro, reflexionó un instante sobre esto, cuándo fue interrumpido por una de las muchachas que estaban al lado, para luego, la otra chica hablara...

Cállate. Aléjate. Dáte media vuelta y vete. No hablés. Ellas te lastimarán

A pesar de la vehemencia de sus voces, Mauro hizo caso omiso, y con una voz tímido, habló casi murmurando:

Es una suerte...hacía mucho tiempo que no veía un atardecer...

Eso era, después de todo, bastante cierto, ya que a pesar de haber ventanas en el edificio, estas estaban tan mugrientas que casi no se podía distinguir el exterior.

Yo estoy plantando túlipanes...espero que para cuándo llegue la primavera ya estén florecidos - murmuró sólo para romper el silencio - Soy Mauro...y ustedes

La chica que estaba a su lado se presentó, diciendo que su nombre era Kitty, mientras que la otra chica, aún se mantenía callada, seguramente atrapado entre sus pensamientos.
Luego de casi dos semanas en el Hospital, Mauro ya lograba reconocer cuándo los otros pacientes entraban a un mundo que sólo existía en su imaginación, aislandose momentáneamente del mundo.
Después de todo, lo único que seguían conservando los enfermos mentales era su imaginación y un poco de su mente, lo que quedaba de ella.
Los segundos se volvieron minutos, minutos en los que ninguno de los tres pronunció palabra; demasiados concentrados para hablar, demasiados tímidos para reír.
La atmósfera cada vez se poía más tensa, y Mauro comenzó a pensar cómo romper el hielo. Mientras tanto, sus voces, insistentes, se reían a carcajadas de él.
¿Porque lo haces?¿Porque quieres sociabilizar?...Nunca tuviste amigos, que te hace pensar que ahora comenzarás a tenerlos... ¿Porque simplemente no te contentas con tenernos a nosotras?

Mauro, cerró los ojos con violencia, intentando concentrarse, enfocarse, sin embargo sus voces, seguían burlándose de él...
El esquizofrenico, se tapo los oídos con las manos; hasta que se dió cuenta de que estaba montando un espectaculo, ya que varios pacientes se giraron hacia él, confusos.
No llames la atención. No lo hagas

Mauro, haciendole caso a las voces que lo acompañaban se giró hacia ambas chicas, al tiempo que planteaba otra semilla.

- ¿Cuál es su lugar preferido del Hospital?