Palabras alegres en lugares tristes (Leia)

Después de aquella fuga, estaba adolorido, había sido una semana en cuarentena demasiado solitaria, ello contando con las torturas y el hecho de que me quitasen un poco de comida, poniendome menos, deseé morirme las veces suficientes como para dormirme, algo debía sacar de bueno, había dormido más de lo normal, aún así los días se me hicieron largos y lentos, aquella celda blanca, aquellos barrotes, siempre lo mismo.

Ahora que había pisado el exterior, necesitaba volverlo a pisar, había corrido por las calles, había estado con gente normal, bueno, los de aquí también eran normales pero se nos trataba como...a bichos, borregos, suspiré, aun estaba en mi celda rogando que me sacaran, pese a que aun tenia las cicatrices recientes y cualquier rocedura escocía necesitaba salir de allí, empecé a toser de nuevo.

Estaba sobre el colchón viejo al que llamaban cama, mirando de soslayo la ventana, cuando oí unos pasos que se acercaban hacia mi pasillo, mi aspecto era horrible y lo sabía, quizas antes de salir me diera una ducha, la pregunta era ¿ me lo permitirían? quería ver a Leia, últimamente la veía poco y no sabía como estaba y eso de estar en ascuas me desagradaba, de hecho creo que todo me desagradaba, aunque no sabía como cambiar ya, estaba claro que rebelarse no era el mejor modo, pero tampoco quería acatar las normas, no las normas de ellos, antes me quedaba mudo y sordo, bueno siendo exagerados.

Los guardias se pararon frente a mi prisión y la abrieron, entonces ambos se acercaron a mí, la oscuridad y el frío del ambiente no ayudaba a saber si fiarme o que, pero estaba claro que no sería nada bueno, aunque para mí sorpresa todo cambió, uno de ellos me dijo que podía salir, pero solo al jardín, habian pasado los días de cuarentena, pero me advirtieron, otra vez.

Cuando caminaba por el hospital, me sentía extraño, cierto que lo conocía, pero no se, era diferente aunque siempre esa pared blanca estaba ahi, esas malditas paredes blancas "puras", fuí andando sabiendo que los guardias estaban detras como unos guardaespaldas, solo que cambiando el concepto de guardaespaldas por otro, anduve en silencio aunque adolorido, aquellas torturas fueron las mas graves que habia padecido hasta el momento aunque me curaron un poco, para que el dolor no fuese tan intenso, pero un poco de agua no sana un incendio.

Cuando salí al jardín por fin, la luz del sol al principio, puse mi mano sobre mi frente para que no fuera tan intenso viniendo de la oscuridad, hasta adentrarme al jardín, divisé un poco a la gente aunque no veía ningun conocido y decidí sentarme bajo un arbol, así que lo hice.

Me tumbé bajo las ramas del arbol y suspiré viendo el cielo y las hojas caer, al igual que éste moverse al compas del aire, la espalda escocía, el cuerpo en sí, aunque no tanto como antes, pero sentir dolor mientras los pajaros cantaban parecía más bien una melodía alegre con un trasfondo triste y apagado.

Ya me tendría que haber marchado hace horas de allí, y sabía que si los guardias tenían más de un minuto para reconocer mi cara, me cogerían de los brazos sin ninguna delicadeza y me llevarían en alzas hasta mi celda; por que eso le pasa a las niñas malas y desobedientes, a aquellas que ignoran las órdenes de los monigotes con exceso de esteroides. Sin embargo, no pensaba irme; por lo que me escondí detrás de un árbol apartado, para que nadie pudiera verme. Hace días que lo hacía esperando ver a Matt, lo último que había sabido era que había tratado de escapar, y parece que lo pillaron.
La idea, en ese momento, me cogió de sorpresa. En parte, le deseaba que pudiera húir de aquí, que pudiera llevar una vida normal, pero por el otro lado... me apenaba quedarme sola. Eso era de cobarde, y lo sabía, y no quería ser yo quien lo obligara a quedarse aquí, por lo que decidí que si me lo encontraba, mencionaría el tema lo justo y necesario.

Arrancaba unas herbras de césped, y el tiempo pasaba, y Matt no aparecía. Ya me había resignado, quizá los guardias no le dejarían salir nunca más... Tendría que irme a buscarlo a su celda por la noche, entonces. Meneaba la cabeza ante cada pensamiento horrible que se iba apareciendo a fogonazos por mi cabeza. Esas no eran cosas para pensar. Odiaba tener que estar esperando y ni siquiera tener una certeza. Suspiré, y me preparé para levantarme sin más e irme; si ya no lo habían dejado salir a estas horas, no lo harían más. Sentí el crujido de las hojas al otro lado, y lo primero que se me ocurrió fue que me habían descubierto. Me puse a gatas sobre el césped, tratando de salir sin ser vista, pero reconocí a alguien lijeramente familiar al otro lado. -¿Matt? ¡Matt!- aplaudí involuntariamente y me incliné a abrazarlo brevemente; no sabía si lo habían lastimado y no quería hacerle daño.

Esta era el rato en que los prisioneros podíamos salir al jardín, pero no veía a ninguno, era extraño, pero me sentía triste, de hecho por mucha hierba que hubiese esto no era lo que quería ni para mi ni para Leia, lo ideal sería vivir juntos en un piso, que a ella viniesen a verla los sanitarios pero que no la tratasen de loca, mi mente no paraba de dar vueltas ¿ y si no me hubiesen cogido? creo que me hubiera sentido culpable al dejarla allí, en parte, solo un poco, estaba agradecido, a la proxima salida, ella vendría conmigo y en esa no nos alcanzarían.

Sonreí al pensarlo, entonces oí como unos pasos, como si fueran a gatas se acercaban a donde estaba, inconscientemente me puse alerta, pero dudaba de que alguien se arrastrase y mucho menos los agentes, eran los guays del hospital, entonces oí esa voz conocida, pero antes de que me levantara, ahi estaba ella abrazandome, le devolví el abrazo con fuerza y sonreí , la adoraba, la queria, creo que si pudiera la secuestraría, mentira, si podía.

-Leia..¿como has estado? te echaba de menos!!-dije sonriendo, devolviendole el abrazo, si el orgullo quisiese me hubiera dejado llorar de felicidad, una semana era bastante y tanto pensar me había deprimido, estaba como las mujeres con la regla, sensible, pero feliz.

Aunque esperaba que no se hubiese enterado de lo de la fuga, alomejor no le hubiese gustado del todo que la dejase ahi sola.