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Palabras perdidas en la oscuridad (Alethia)
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Vecordia's Mental Hospital :: norte de Svelven :: Vecordia :: Celdas de Prisioneros :: Alethia´s worst nightmare
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Palabras perdidas en la oscuridad (Alethia)
Noche en la celda, tenía insomnio o algo parecido, nunca lograba dormirme, no lograba tener un sueño decente en mucho tiempo, solo pesadillas, más en concreto la muerte de mis padres...mi peor pesadilla. Ellos asesinados frente a mí, sin poder salir de casa, sin poder hacer nada, era la pesadilla, fué la realidad y ahora mi vida pasaba entre las tres pareces y los barrotes..fríos barrotes de hierro.
Me encontraba sobre la cama, escribiendo una de esas cartas sin destinatario, sentimientos impregnados en papel, palabras tristes pero palabras a fin de cuentas, no recordaba cuando habia empezado a escribirlas, suponía que cuando me encerraron, esperanzado en que alguien algun día las leiese, cosa que hasta el momento no había pasado.
Pero entonces paré de escribir, recosté mi cabeza sobre la pared mirando el techo en silencio, cerrando poco a poco los ojos, era de madrugada pero poco importaba, solo se oían de lejos las voces de los guardias nocturnos, calculaba que tres, el silencio se apoderaba de la estancia, una gota tras otra caían en un pequeño charco que se había formado, todo producido por el descuidado estado de la zona de las celdas de los prisioneros, almenos tenía de vecina a Alethia, una de las pocas personas que también era bastante veterana (por desgracia) en este lugar.
Abrí los ojos y vi los barrotes, luego de la última fuga, se me había ocurrido otro plan para la proxima, no tenía muy claro que haría si escapara, pero avisaría, esta vez sí, no creo que me tachasen de loco ¿o si?, dado el historial de la última vez tampoco creía que me viesen con buenos ojos pero por algo se empezaba...aunque no iría a la policía, estarían comprados como casi todos.
Las voces de los guardias habían cesado, esta vez si era un silencio pleno y profundo, quitando el arritmico compas de las gotas se podía decir que había paz, por la noche se respiraba tranquilidad, una tensa tranquilidad dado que aveces solían coger a gente y dudaba que los llevasen de visita culturar por el hospital.
Echaba de menos el exterior, anhelaba sentirme feliz, anhelaba esa cancion finlandesa que mi madre solía cantarme..su voz era una especie de calmante, producia una melodica armonía que lograba calmarme por muy alterado que estuviese, sobretodo recordaba el "ilman sinua", me sentía solo, por suerte o desgracia con los años me habia acostumbrado a estarlo, de hecho me agradaba...pero la añoranza avivaba una sensacion de apego que aquí carecía.
Tambien soñaba, muy escasamente debido a la gran demanda de pesadillas que me perseguían, que era un piloto, sobrevolaba los cielos, divisaba cada rincón del mundo, conocía culturas, gente...era libre, allí en los sueños era el unico lugar donde era libre, era triste.
Guardé la carta bajo el cojín en mal estado y me volví a tumbar, sin dormir, solo observando cada milímetro de lo que se podría llamar "mi hogar", bajé la mirada y vi el nido de ratas, eso se nos consideraba...ratas, rebaño de ovejas...esta era la granja de Svelven: los cerdos: los Saiteck, los pastores: los agentes, las ovejas o cobayas: los internos...eramos simple rebaño, no importaba lo que dijesemos, estabamos "locos".
-Estupidos perros guardianes-susurré para mí sonriendo, ellos encerrados y nosotros fuera, ese sería el mundo perfecto, giré el rostro hacia la celda de Alethia, me preguntaba como podía ser tan paciente cuando apenas quedaban alegrías.
Me encontraba sobre la cama, escribiendo una de esas cartas sin destinatario, sentimientos impregnados en papel, palabras tristes pero palabras a fin de cuentas, no recordaba cuando habia empezado a escribirlas, suponía que cuando me encerraron, esperanzado en que alguien algun día las leiese, cosa que hasta el momento no había pasado.
Pero entonces paré de escribir, recosté mi cabeza sobre la pared mirando el techo en silencio, cerrando poco a poco los ojos, era de madrugada pero poco importaba, solo se oían de lejos las voces de los guardias nocturnos, calculaba que tres, el silencio se apoderaba de la estancia, una gota tras otra caían en un pequeño charco que se había formado, todo producido por el descuidado estado de la zona de las celdas de los prisioneros, almenos tenía de vecina a Alethia, una de las pocas personas que también era bastante veterana (por desgracia) en este lugar.
Abrí los ojos y vi los barrotes, luego de la última fuga, se me había ocurrido otro plan para la proxima, no tenía muy claro que haría si escapara, pero avisaría, esta vez sí, no creo que me tachasen de loco ¿o si?, dado el historial de la última vez tampoco creía que me viesen con buenos ojos pero por algo se empezaba...aunque no iría a la policía, estarían comprados como casi todos.
Las voces de los guardias habían cesado, esta vez si era un silencio pleno y profundo, quitando el arritmico compas de las gotas se podía decir que había paz, por la noche se respiraba tranquilidad, una tensa tranquilidad dado que aveces solían coger a gente y dudaba que los llevasen de visita culturar por el hospital.
Echaba de menos el exterior, anhelaba sentirme feliz, anhelaba esa cancion finlandesa que mi madre solía cantarme..su voz era una especie de calmante, producia una melodica armonía que lograba calmarme por muy alterado que estuviese, sobretodo recordaba el "ilman sinua", me sentía solo, por suerte o desgracia con los años me habia acostumbrado a estarlo, de hecho me agradaba...pero la añoranza avivaba una sensacion de apego que aquí carecía.
Tambien soñaba, muy escasamente debido a la gran demanda de pesadillas que me perseguían, que era un piloto, sobrevolaba los cielos, divisaba cada rincón del mundo, conocía culturas, gente...era libre, allí en los sueños era el unico lugar donde era libre, era triste.
Guardé la carta bajo el cojín en mal estado y me volví a tumbar, sin dormir, solo observando cada milímetro de lo que se podría llamar "mi hogar", bajé la mirada y vi el nido de ratas, eso se nos consideraba...ratas, rebaño de ovejas...esta era la granja de Svelven: los cerdos: los Saiteck, los pastores: los agentes, las ovejas o cobayas: los internos...eramos simple rebaño, no importaba lo que dijesemos, estabamos "locos".
-Estupidos perros guardianes-susurré para mí sonriendo, ellos encerrados y nosotros fuera, ese sería el mundo perfecto, giré el rostro hacia la celda de Alethia, me preguntaba como podía ser tan paciente cuando apenas quedaban alegrías.
Matt Schneider- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 22/02/2011
Re: Palabras perdidas en la oscuridad (Alethia)
Otra noche de no poder dormir, eso se estaba volviendo costumbre, prefería dormir de día, eso me libraba de un par de torturas y me acortaba los días. Además la noche era más hermosa que el día, en ella podías mirar las estrellas y escuchar a los grillos cantar, sin mencionar que la noche era el único momento en el que nos dejaban en paz; no torturas, no calmantes, no vigilantes...la noche era para nosotros un respiro, la capacidad de escapar de este mundo a uno mejor...o a uno peor que nos atormentara en sueños.
Mientras estaba sentada en el alféizar de la ventana, observando la luna, sonreí al oír el rasgar del bolígrafo sobre el papel, ese era Matt, mi compañero de interminables e insufribles horas. Ambos estábamos aquí desde hacía mucho tiempo, y ahora no podía visualizar mi vida sin él. Porque era mi eterno acompañante, mi fiel confidente...y el hermano que nunca tuve. Mi vida aquí habría sido peor si él no hubiera estado en la celda contigua a la mía, aunque ahora se hacía cada vez más difícil soportar sus gritos de agonía cuando lo torturaban, eso podía quebrarme en verdad.
Yo nunca había tenido la oportunidad de relacionarme con nadie fuera de aquí, y Matt había sido mi apoyo, así como yo el suyo cuando ambos estábamos por perder la cabeza. Matt era hijo del antiguo presidente de Svelven y por ello se había ganado la celda contigua a la mía. Ambos inocentes, nuestro crimen: ser hijos de aquellos que habían osbtruido el paso de Saiteck al poder. Ahora ambos pagábamos el precio de los lazos de sangre y no había manera de evitarlo.
Escuché a Matt maldecir y no pude evitar soltar una risita, él siempre diciendo lo que pensaba y lo que sentía, era algo que no podía evitar, y yo lo adoraba por ello en realidad. Matt se había vuelto parte de mi vida y aún cuando saliérmos, lo que sentía por él no cambiaría. Me levanté de mi lugar y sin hacer mucho ruido saqué uno de los chocolates que Lyzen me había llevado y fui a sentarme al piso, lo más cerca que podía de la celda de Matt.
- Anda, mejor cómete un pedacito de chocolate en vez de estar maldiciendo en voz baja - dije sonriendo y pasándole la mitad del chocolate por los barrotes.
Mientras estaba sentada en el alféizar de la ventana, observando la luna, sonreí al oír el rasgar del bolígrafo sobre el papel, ese era Matt, mi compañero de interminables e insufribles horas. Ambos estábamos aquí desde hacía mucho tiempo, y ahora no podía visualizar mi vida sin él. Porque era mi eterno acompañante, mi fiel confidente...y el hermano que nunca tuve. Mi vida aquí habría sido peor si él no hubiera estado en la celda contigua a la mía, aunque ahora se hacía cada vez más difícil soportar sus gritos de agonía cuando lo torturaban, eso podía quebrarme en verdad.
Yo nunca había tenido la oportunidad de relacionarme con nadie fuera de aquí, y Matt había sido mi apoyo, así como yo el suyo cuando ambos estábamos por perder la cabeza. Matt era hijo del antiguo presidente de Svelven y por ello se había ganado la celda contigua a la mía. Ambos inocentes, nuestro crimen: ser hijos de aquellos que habían osbtruido el paso de Saiteck al poder. Ahora ambos pagábamos el precio de los lazos de sangre y no había manera de evitarlo.
Escuché a Matt maldecir y no pude evitar soltar una risita, él siempre diciendo lo que pensaba y lo que sentía, era algo que no podía evitar, y yo lo adoraba por ello en realidad. Matt se había vuelto parte de mi vida y aún cuando saliérmos, lo que sentía por él no cambiaría. Me levanté de mi lugar y sin hacer mucho ruido saqué uno de los chocolates que Lyzen me había llevado y fui a sentarme al piso, lo más cerca que podía de la celda de Matt.
- Anda, mejor cómete un pedacito de chocolate en vez de estar maldiciendo en voz baja - dije sonriendo y pasándole la mitad del chocolate por los barrotes.
Re: Palabras perdidas en la oscuridad (Alethia)
Observaba la blanca y desgastada pared, ese blanco empezaba a perder trozos, despedazandose lentamente sobre mí, al igual que mis ilusiones, las ilusiones de cada interno mejor dicho, cuando me giré al escuchar la suave voz de mi agradable y querida vecina...más bien, más que una vecina era como una hermana, la que lograba o intentaba calmarme, la que me ayudaba, la que la ayudaba, habíamos formado un lazo más fuerte de lo que jamás creí, de hecho de niño pensaba que no era nadie a su lado, una vez fué mi amor platónico...y la única amiga que tuve por un tiempo, cuando eramos niños y no me dejaban salir, a ella aún seguían sin dejarla, eso me quemaba por dentro.
Me acerqué a los barrotes que nos unían, curiosa manera de unirnos, pero era la única "pared" donde podíamos acercarnos, nunca nos habíamos abrazado siquiera, eso parecía demasiado difícil a la vez que estaba al alcance, aquello formaba en mí una soberana impotencia, puse una mueca de dolor cuando me acuclillé para estar cerca de ella, pero negué con lo del chocolate, realmente no me apetecía, estaba desganado, apenas había comido en todo el día pero creo que era a causa de las pastillas que me obligaban a tomar, ello provocaba que no tuviese hambre junto con una debilidad general en el cuerpo, era como si éste se negase a colaborar.
-No quiero, pequeña Artelis-dije en un susurro sonriendo, no sabía como expresarle cuanto la quería, aveces deseaba poder expresar mejor los sentimientos sin meter la pata a la mínima, pero no salía nada con sentido y si los expresaba me sonrojaba como un tomate, ahí era un completo tímido, pasé la mano por los barrotes para encontrarme con la suya sonriendo con cierta complicidad.
-¿No puedes dormir?-dije mirandola , apartando la mano, mi mirada divagó por la estancia que nos rodeaba, ese acogedor lugar al que se llamaba de todo menos hogar, recordaba lo que había apuntado en la carta, aunque más bien lo que había apuntado eran simples canciones infantiles, simples recuerdos, algo que solo hacia más intensa la soledad, no quería decirle lo de mi fuga ni mi posterior tortura, era mejor.
Terminé por sentarme frente a ella, quería que me contase cosas, pese a que vivíamos al lado, aveces necesitábamos tranquilidad, silencio, sufrir en soledad, pensar...solo esas cosas podíamos hacer, meditar sobre nuestra desgraciada vida, esa vida que nos la habían arrebatado y por la que afloraba mi venganza de una manera inexplicable...deseaba ver sufrir a cada Saiteck, aunque algunos hijos me daban igual, a fin de cuentas no los conocía demasiado, pero es que me daba valor el hecho de que tuvieramos que OBEDECERLE cuando nos había dejado en aquel sitio...la vejez lo estaba afectando, aunque lo hizo con una edad relativamente más joven.
Escuchaba aquellos pasos de los guardias, pero esta vez unos se acercaban hacia donde estabamos, entonces miré hacia la puerta de mi celda, para poco después girar el rostro hacia Alethia- vienen-dije en un susurro y me levanté, ambos sabíamos que debíamos hacernos los dormidos, me levanté con rapidez para tumbarme en la cama, pero al hacerlo, noté un intenso dolor en la espalda, apreté los dientes para no gritar.
off: caca post u.u
Me acerqué a los barrotes que nos unían, curiosa manera de unirnos, pero era la única "pared" donde podíamos acercarnos, nunca nos habíamos abrazado siquiera, eso parecía demasiado difícil a la vez que estaba al alcance, aquello formaba en mí una soberana impotencia, puse una mueca de dolor cuando me acuclillé para estar cerca de ella, pero negué con lo del chocolate, realmente no me apetecía, estaba desganado, apenas había comido en todo el día pero creo que era a causa de las pastillas que me obligaban a tomar, ello provocaba que no tuviese hambre junto con una debilidad general en el cuerpo, era como si éste se negase a colaborar.
-No quiero, pequeña Artelis-dije en un susurro sonriendo, no sabía como expresarle cuanto la quería, aveces deseaba poder expresar mejor los sentimientos sin meter la pata a la mínima, pero no salía nada con sentido y si los expresaba me sonrojaba como un tomate, ahí era un completo tímido, pasé la mano por los barrotes para encontrarme con la suya sonriendo con cierta complicidad.
-¿No puedes dormir?-dije mirandola , apartando la mano, mi mirada divagó por la estancia que nos rodeaba, ese acogedor lugar al que se llamaba de todo menos hogar, recordaba lo que había apuntado en la carta, aunque más bien lo que había apuntado eran simples canciones infantiles, simples recuerdos, algo que solo hacia más intensa la soledad, no quería decirle lo de mi fuga ni mi posterior tortura, era mejor.
Terminé por sentarme frente a ella, quería que me contase cosas, pese a que vivíamos al lado, aveces necesitábamos tranquilidad, silencio, sufrir en soledad, pensar...solo esas cosas podíamos hacer, meditar sobre nuestra desgraciada vida, esa vida que nos la habían arrebatado y por la que afloraba mi venganza de una manera inexplicable...deseaba ver sufrir a cada Saiteck, aunque algunos hijos me daban igual, a fin de cuentas no los conocía demasiado, pero es que me daba valor el hecho de que tuvieramos que OBEDECERLE cuando nos había dejado en aquel sitio...la vejez lo estaba afectando, aunque lo hizo con una edad relativamente más joven.
Escuchaba aquellos pasos de los guardias, pero esta vez unos se acercaban hacia donde estabamos, entonces miré hacia la puerta de mi celda, para poco después girar el rostro hacia Alethia- vienen-dije en un susurro y me levanté, ambos sabíamos que debíamos hacernos los dormidos, me levanté con rapidez para tumbarme en la cama, pero al hacerlo, noté un intenso dolor en la espalda, apreté los dientes para no gritar.
off: caca post u.u
Matt Schneider- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 22/02/2011
Re: Palabras perdidas en la oscuridad (Alethia)
Me preocupé un poco al ver lo desganado que estaba Matt, él era muy impulsivo a veces y se dejaba llevar por sus instinto, cosa que lo hacía un blanco fácil para los torturadores, que no se andaban por las ramas y nos maltrataban como se les diera la gana. A mí me dolía ver cómo herían a Matt, me dolía mucho, porque él y yo habíamos creado un vínculo muy, muy especial. Los dos estábamos ahí por azares del destino y habíamos sido tratados injustamente, quizás era un poco más entendible el que yo estuviera ahí, siendo la hija de un traidor, era más que obvio que yo estuviera ahí, pero Matt era inocente, él no había hecho nada, sus padres no habían hecho nada.
Él me dijo que no quería chocolate y sonreí un poco al oírlo decirme pequeña Artelis, me gustaba, me recordaba a mi padre y a mi familia en general. Yo tomé su mano y la acaricié con cariño mientras intentaba transmitirle un poco de paz y tranquilidad.
- Ay Mattie, no me gusta verte así, me duele, no sabes cómo odio oírte gritar, me...me pone muy mal - le dije con verdadera tristeza - tienes que tener más cuidado...no...no quiero que tengas más problemas...Y no, no puedo dormir, sabes que me gusta mirar las estrellas...espero algún día poder verlas desde la playa o acostada en el pasto- dije sonriéndole con cariño, quería hacer tantas cosas, y quería poder abrazar a Matt, poder estar con él de una manera más...sana.
Escuchamos como se abría la puerta y ambos nos levntamos y nos fuimos a acostar. Yo cerré mis ojos y fingí un descanso pacífico mientras escuchaba los pasos de los vigilantes en el piso. Cuando oí que cerraban la puerta de nuevo, me levanté rápidamente y me dirigí hacia los barrotes, entonces observé el gesto de dolor que Matt tenía y yo lo miré con gran preocupación.
- Mattie, cielo ¿qué tienes? - pregunté con una expresión de dolor.
Él me dijo que no quería chocolate y sonreí un poco al oírlo decirme pequeña Artelis, me gustaba, me recordaba a mi padre y a mi familia en general. Yo tomé su mano y la acaricié con cariño mientras intentaba transmitirle un poco de paz y tranquilidad.
- Ay Mattie, no me gusta verte así, me duele, no sabes cómo odio oírte gritar, me...me pone muy mal - le dije con verdadera tristeza - tienes que tener más cuidado...no...no quiero que tengas más problemas...Y no, no puedo dormir, sabes que me gusta mirar las estrellas...espero algún día poder verlas desde la playa o acostada en el pasto- dije sonriéndole con cariño, quería hacer tantas cosas, y quería poder abrazar a Matt, poder estar con él de una manera más...sana.
Escuchamos como se abría la puerta y ambos nos levntamos y nos fuimos a acostar. Yo cerré mis ojos y fingí un descanso pacífico mientras escuchaba los pasos de los vigilantes en el piso. Cuando oí que cerraban la puerta de nuevo, me levanté rápidamente y me dirigí hacia los barrotes, entonces observé el gesto de dolor que Matt tenía y yo lo miré con gran preocupación.
- Mattie, cielo ¿qué tienes? - pregunté con una expresión de dolor.
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