Confess now! {Jessie}

Adorado, esperado, ansiado y sobretodo, merecido sábado. Su semana había sido agotadora, y de lo único que tenía ganas era de descansar y de aprovechar al máximo el fin de semana. A la semana siguiente no tenía ningún exámen importante, por lo que no tendría que pasárselo estudiando. Bueno... no se podía decir que se preparaba los exámenes con mucha antelación, era el típico que estudiaba el día antes y luego olvidaba después de hacer los exámenes. Se levantó con algo de pereza de la cama y simplemente se puso sus deportivas, ya que ni se había preocupado de cambiarse tras la fiesta de ayer. Se peinó el pelo con las manos, adoptando el estilo que acostumbraba a llevar, descuidado e informal. Caminó lentamente por el pasillo para no despertar a su hermana, y se guió con la tenue luz que alumbraba la casa. Se dirigió hacia un cajón donde guardaba las inyecciones de insulina que eran necesarias para combatir su diabetes, pero como el cajón apenas estaba alumarado, sacó una caja que nada tenía que ver con lo que buscaba.

De la caja, sacó un folio doblado cuidadosamente, dispuesto a saber qué era. Pudo reconocer la impecable e inconfumdible ortografía de su hermana, y poco a poco fue leyendo el contenido de la carta. No era una, sino varias las cartas que Jessie había mantenido ocultas, todas ellas dirigidas a su padre. Un sentimiento de ira y furia le invadió completamente, y de la impotencia que sentía en esos momentos por lo que había hecho su hermana, dio un fuerte y sonoro puñetazo al espejo que tenía frente a él. No se preocupó en dejar las cosas de su hermana colocadas, directamente salió de casa dando un sonoro portazo a su espalda.

Sentía ira y furia al volver a recordar todo el daño que ese malnacido le había causado, cuando la envió directa al hospital un día que Ethan no se encontraba en. Pensar en eso provocaba en él ganas de viajar a Nueva York para devolverle todas y cada una de las palizas que ambos habían recibido, y poder ver en sus ojos el temor y la impotencia al no poder defenderse. Realmente no estaba cabreado con Jess, pero le dolía que lo hubiera mantenido oculto. Se dirigió al parque, lugar donde iba cuando algo le preocupaba. Se sentó en un banco, en el lugar donde las personas reposaban la espalda y se encendió un cigarro para relajarse.

Sábado, dulce sábado, después de trabajar toda la semana tenía pensando pasarme todo el fin de semana en pijama sin hacer absolutamente nada. Dormía plácidamente cuando me desperté a causa de un ruido cercano, como si un cristal se rompiera, quizás una ventana... me preocupé ¿cómo no iba a preocuparme en la situación en la que vivíamos? y me levanté para ir a ver si Ethan estaba bien. No había luz y no me molesté en buscar un interruptor, ojalá lo hubiera hecho, de haber tenido luz no me hubiera golpeado el pie contra la mesilla.

-¡Su puta madre!- exclamé, agarrándome el pie con ambas manos, quedando apoyada sobre el pie bueno, saltando a la pata coja como una imbécil y aguantándome como podía el dolor, cualquier que me viera me tacharía de payasa. Escuché un fuerte portazo, pero no de cualquier puerta, la de entrada a casa. -¡Ethan! ¿Ethan, estás por ahí?- pregunté, saliendo del cuarto, cojeando y soñolienta, casi sin ver por donde iba.

Vi un espejo roto y una caja abierta, ESA caja abierta y una horrible sensación invadió mi cuerpo. Me acerqué, con cuidado de no clavarme ningún cristal en mis pies desnudos. Ethan había estado allí y había visto las cartas...normalmente no era tan poco cuidadosa como para guardar algo tan privado cerca de su insulina, pero el día anterior me había pillado releyendo las cartas y las había guardado a toda prisa para que no las viera... ni me había acordado de sacarlas después para esconderlas. -¡¡Joder!! ¡¡JODER!!- exclamé, furiosa ¿por qué cojones tenía que meterse dónde no le llamaban?

Fui de nuevo a mi cuarto y me vestí rápidamente, unos vaqueros, una zapatillas viejas y una de las camisetas de mi hermano, ni me mólesté en peinarme. Guardé en un bolso una ampolla de insulina y una jeringa y también alcohol y un par de vendas, había visto los resto de sangre en el espejo, el muy idiota lo había roto de un puñetazo y ahora iría por ahí sangrando como un perro con una herida en la pata... en ese momento estaba tan furiosa que hasta el perro me daría más pena.

Sólo había un lugar a dónde podía ir, el parque ecológico. Iba allí para olvidarse todo y supuse que estando de resaca como estaría (que lo estaba fijo) necesitaría aire limpio. Salí corriendo en su busca,cuando lo encontrara... no... no respondía de mi.

El cigarro que mantenía entre sus dedos se iba consumiendo con lentitud, solamente era el primer cigarro de muchos que se fumaría hoy. Tenía un aspecto que daba pena, ojeras marcadas de la noche anterior, dolorosas migrañas y un pinchazo abdominal por no haberse inyectado hoy la insulina. Con las prisas y el cabreo que llevaba encima , se le había olvidado, al igual que tampoco se había percatado de que le sangraban los nudillos. Frente a él se veían a algunos niños pequeños que correteaban en busca de diversión y entretenimiento bajo la atenta mirada de sus padres.

¿Cuándo le llevaron a un parque para que disfrutase de un día con niños de su edad? ¿Cuándo hicieron algún plan entretenido en familia? Nunca, jamás. Su padre siempre estaba trabajando o con algún negocio entre manos, y su madre... bueno, Diora era otra historia. Ethan, al contrario que Jessie, sentía un profundo rencor hacia ella, ya que la consideraba culpable de todos sus males. ¿La razón? Si ella hubiese reaccionado a tiempo nadie habría sufrido. Si hubiese tenido las santas narices de enviar esa puñetera carta, él y su hermana habrían tenido una infancia feliz, habrían aprendido una serie de valores y no estarían en la situación actual. Pero siempre era la misma historia "Seguro que esta vez cambia, no volverá a ocurrir" esas eran las palabras que salían de la boca de su madre. No sabía qué era de ella, ni de Logan, y tampoco le importaba. No tenía intención de volver a verlos más. Cuando le preguntaban sobre sus padres, siempre contestaba que habían muerto en un accidente automovilístico, para que la gente dejara de hacer preguntas. Una niña rubia y pequeña se le quedó mirando desde unos metros, y fue ahí cuando se dio cuenta de que su mano sangraba. Se encogió ligeramente de hombros y se encendió otro cigarro, lanzando la colilla que quedaba del anterior al suelo.
Giró la vista y reconoció su camiseta predilecta y la silueta de su hermana, la cual le conocía lo suficiente como para averiguar su paradero. Su cara era todo un poema, seguramente ya sabría lo que Ethan había hecho.

-Me cago en la puta...-murmuró mientras intentaba que no le reconociese, tapándose la cara con la mano herida-.

No fue muy difícil encontrar a un veinteañero alto, tatuado y con resaca entre un montón de mocosos de metro veinte, pero lo pero es que, sabiendo que lo había visto, aún tratara de esconderse ¿de verdad creía que con taparse con la mano iba a desaparecer? No, sí los genes inteligentes me los había quedado todos yo...

Fui hacia él, se podía ver en mi cara lo enfadada que estaba, eso seguro ¿pero cómo iba a estar? Había sido una invasión de mi intimidad, yo no curioseaba entre sus cosas... bueh, quizás sí entre sus camisetas, pero eso no contaba. Al llegar a su lado dejé el bolso de mala manera en el banco y empecé a rebuscar dentro su insulina, sabía que no se la había inyectado porque la caja estaba sin abrir y si él se despistaba o no llevaba bien la cuenta ahí estaba yo para controlar que no faltara ni a una de sus diabéticas obligacines. -No tenías derecho a leerlas- dije sin siquiera mirarle, buscando nerviosa son lograr encontrar nada. -Es mi vida privada ¿entiendes?¡Mía!- desvié la vista hacia él un momento, señalándome, por si no llegaba con explicarle, hasta le indicaba que mío significaba de Jessie. Volví al bolso, mirando en los bolsillos, apartando el alcohol y las vendas, la cartera, las llaves... -¡Joder, si el bolso no es tan grande!- ya me estaba desquiciando.

Sus pies se movían en el banco con un sonido rítmico, denotando los nervios que sentía en ese momento, deseando con todas sus fuerzas que Jessie no le encontrase y pudiera volver a casa para tranquilizarse. El bolso de su hermana aterrizó con algo de brusquedad frente a sus pies, denotando el estado de enfado en el que se encontraba sumida Jessie.

-Buenos días a ti también –dijo sarcásticamente mientras rodaba los ojos y desviaba la vista de ella, la cual todavía no le había dirigido ni una sola mirada-.

Continuó fumándose el cigarro mientras fingía no escuchar las palabras de molestia y cabreo que denotaban en el tono de voz, mas se estaba enterando a la perfección de todo lo que le había dicho. Parecía nerviosa, y junto a su enfado era un cúmulo de sentimientos peligrosos, cuando se ponía así era una bomba de relojería andante, y pobre del que estuviera cerca si Jessie explotaba. Su carácter era parecido, por eso sabía controlar ese tipo de situaciones. Tomó una bocanada de aire para no comenzar a ponerse tenso o violento, no contra ella, pero sí contra cualquier objeto que hubiese cerca. Cuando observó que su hermana le dirigía una mirada, desvío la vista hacia el lado contrario, sin añadir nada al respecto… de momento. De no ser por la resaca y el dolor que sentía, posiblemente estaría gritando como un loco en esos momentos.

-La cuestión no es si tengo o no derecho a leerlas, Jessica, la cuestión es que derecho tienes tu a escribirlas-dijo sin ni siquiera dirigirle la mirada-.

Solamente solía llamar a su hermana por su nombre completo cuando estaba realmente cabreado, justo como ahora, aunque probablemente esto luego quedase en nada, su orgullo no le permitía dejarse vencer en ese momento.

-Imagina que hubieses enviado la puta carta de las narices, y que a Logan le diese por venir a buscarnos aquí –dijo mirándola por primera vez desde que había llegado-. Adiós a la vida tranquila, hola a la antigua vida de mierda- dijo dándole una calada al cigarro-. Si estamos en este lugar no es por gusto, es por necesidad, porque incluso en el mismísimo infierno se estaría mejor que viviendo con unas personas como ellos, los cuales nos han hecho la vida imposible, y hoy me entero de que decidiste escribir cartas para enviárselas, precisamente a esas personas…piensa un poco, coño -añadió finalmente-.

¿Ponía en entredicho mi derecho a escribirles cartas a ellos? ¿Cartas sin ensobrar, sin remite, sin dar ni una sola seña de de donde estábamos... cartas que, por alguna razón que quizás el achicado cerebro de Ethan no llegaba a entender, estaban metidas en una caja y escondidas? Dejé de rebuscar en el bolso, que me hablara así me dejaba totalmente congelada. -A la fuerza me tienes que estar vacilando- dije finalmente ¿De verdad creía que iba a enviarlas?¿Qué quería volver a pasar por todo aquel infierno otra vez? Quizás no se diera cuenta de que éramos mayorcitos para hacer lo que nos diera la gana sin preocuparnos por Logan, al menos yo tenía muy claro que ya no iba a poder obligarme a nada.

-Debes de pensarte que me gustaba que me pegara, que me insultara y que la tomara conmigo cada vez que a ti te daba por hacerte el rebelde ¿verdad? Te piensas que quiero volver a levantarme por las mañanas con la cara morada o con algún hueso roto...- hablaba rápido y por lo bajo, con la mirada fija en alguna parte de la nada, sin siquiera moverme. -¡No iba a enviarlas! Jamás se me ocurriría hacerlo, pero eso no significa que no pueda escribirlas para desahogarme- porque era el único modo que tenía de hacerlo, hablar con él del tema no era una opción, o me daba largas o se ponía hecho una furia y me gritaba, discutíamos, alguno de los dos daba un portazo y hasta mañana buenas noches.

Al fin encontré la insulina y la jeringuilla, si es que había estado ahí todo el tiempo, pero el enfado no me dejaba ni verlas. Le quité la capucha protectora a la jeringa, pinché la ampolla y le di la vuelta, preferí concentrarme en eso y no en Ethan, que parecía haber desarrollado de repente la tranquilidad interior... me apostaba una mano a que era la resaca lo que no lo dejaba ponerse a gritar como un energúmeno, o patear el banco o alguna de las papeleras del parque. -Tú lo que te crees es que soy imbécil- dije finalmente, no me explicaba de otro modo que me hubiera dicho aquello.

Sabía que se estaba pasando demasiado, que era su orgullo el que hablaba en lugar de su cabeza, pero una vez que comenzaban a discutir era muy complicado que alguno de los dos diese por finalizada la conversación. Ambos querían lo mismo, tener razón, a pesar de que reconocía que Jessie tenia todas las de ganar, porque era cierto que solamente había leído el contenido de la carta y a las personas a las que iba dirigida, no había ni direcciones, ni números de teléfono, absolutamente nada que les pudiera inducir al lugar donde se encontraban.

-¿De verdad me ves con cara de estar vacilándote? Porque yo creo que no-dijo secamente, sin dirigirle la mirada-.

Su siguiente comentario le dejo completamente trastocado, frío
como si se hubiera quedado congelado y a su mente no le diese tiempo a elaborar una respuesta rápida para contestarle. Siempre había sentido mucha culpa por los golpes que ella recibía cuando Ethan no estaba, ya que sabia que si no hubiera salido de casa con tanta frecuencia, el castigo no habría recaído sobre ella, prefería mil veces que recayera sobre él. Siempre se pasaba algunas noches en vela pensando en qué hubiera pasado si no hubieran venido a Svelven a vivir, deberían seguir soportando las palizas de su padre día tras día, eso , o Ethan lo habría matado a golpes cuando hubiese colmado su paciencia. Si su padre los viese, posiblemente ni siquiera los reconocerían, ya que habían cambiado mucho desde entonces.

-Jessica…-dijo en un débil murmullo-. Se que como hermano no he hecho una mierda, que no te he protegido como debía, que he dejado mucho que desear ,pero lo único que puedo hacer es prometerte que eso va a cambiar, y te juro que lo estoy intentando con todas mis fuerzas, pero no sabes lo que se siente cuando arrastras un sentimiento de culpa durante tanto tiempo-dijo tragando saliva-. ¿Crees que no me arrepiento de haberle frenado a tiempo? Ni te imaginas la de veces que me he imaginado matándole a golpes o quemando la casa mientras se encontraba dentro-confesó- Y yo…lo siento, todo el daño que he causado-dijo casi en un murmullo, algo que jamás se había atrevido a decirle a alguien, y mucho menos a su hermana-. Eres la ultima persona que se merecía todo lo que te ha ocurrido –dijo extendiendo la mano para coger la jeringa de insulina-.

Aunque podía parecer que no le estaba haciendo ni caso, que sólo que dedicaba a eliminar el aire de la jeringuilla y a mirar para las musarañas, la verdad era que cada una de sus palabras se estaban quedando grabadas en mi cabeza. Era muy difícil lograr pillar a Ethan en uno de esos momentos de sinceridad ¿seguiría borracho? Porque eso explicaría a la perfección su comportamiendo, primero la reacción violenta en casa y ahora el sentimiento confeso de culpabilidad. No me gustaba escucharle hablar así, yo sabía que se culpaba por haber permitido aquello tanto tiempo, creyendo que era el único que podía hacer frente a nuestro padre, pensando que era quien tenía que llevar todo el peso del problema sobre los hombros, pero no era así. Era consciente de que él lo había hecho lo mejor que sabía.

Extendió la mano para coger la jeringa, pero la aparté y se la clavé sin mucho cuidado en el brazo, que no se quejara mucho aunque doliera, tampoco es que eso fuera a matarle. Empujé el émbolo hasta que toda la insulina entró en su cuerpo y saqué la jeringuilla, tapándola de nuevo y guardándola en el bolso. Suspiré... estos momentos fraternales se nos daban de pena a los dos, pero tendría que hacer un esfuerzo porque era evidente que él lo estaba haciendo. Me senté a su lado y procuré calmarme, tampoco es que tuviera derecho a echarle nada en cara. -No sé si eres el mejor hermano en el mundo o el peor... pero eres el único que tengo y el único al que quiero- si me dieran a elegir sin duda le elegiría a él, aunque fuera una idiota que jamás demotraba suficiente apego como para cubrir sus carencias afectivas (los dos andábamos escasos de amor fraterno, por mucho que nos quisiéramos, éramos muy peculiares para mostrarlo). -Quizás podrías haberlo hecho mejor, pero también podías haberte ido tú solo mucho antes, sin preocuparte por mi y siempre has preferido ayudarme, cargar conmigo... y por eso estoy aquí- a saber si seguiría viva si me hubiera quedado en Nueva York. -Tengo suerte de tenerte... pero tienes que entender que no soy tú, no siento lo que tú sientes y...- suspiré, estaba siendo demasiado para mi, quería dejar el tema y era evidente. No se trataba de hablar de ellos, ahora era sobre lo que yo sentía y era complicado.

Se podía decir y afirmar, que Ethan no era experto en mostrar sus sentimientos ni siquiera con la persona más importante de su vida. Eso lo habían conseguido las experiencias y vivencias en su familia, que habían convertido a ese niño algo tímido y callado en alguien completamente hermético y desconfiado. Sabía que debía controlar sus impulsos, sobretodo los violentos, su mal carácter y esos cambios de humor tan drásticos y repentinos. Ahora que se había desahogado y sincerado con Jessie, sentía como si le hubieran librado de una carga muy pesada. Ya era hora, su hermana ya no era una cría, ahora tenía que tratarla como la persona adulta que era. No más temas tabús, no más falta de comunicación, tenía una hermana a la que proteger. Ella también había cambiado mucho y muy rápido, aunque sin llegar a los extremos como él. Dio un pequeño bote en el banco tras sentir la aguja sin previo aviso clavada en su brazo. Tal vez era una manera de venganza, esta chica era tan imprevisible...

Ethan se echó hacia un lado en el banco, dejándole el hueco libre mientras rebuscaba en el bolso de Jessie las vendas que antes le había parecido ver. Aún sin girarse, comenzó a atarse los nudillos con la venda, hasta quedarse bien sujeta. Su comentario hizo que se dibujase en él una débil sonrisa, realmente sus palabras le reconfortaban y le aliviaban bastante. Sabía que a veces tomaba actitudes inmaduras, y era cuando Jessie demostraba la gran madurez que tenía.

-Yo soy el afortunado, créeme-dijo mirándola de reojo-.

Su hermana era el motivo por el que él había luchado tanto para acabar con el maltrato, de no tenerla como razón para seguir adelante, sería probable que hubiese dejado de luchar por sobrevivir.

-Jessie, no quiero que te parezcas a mí, es lo último que me gustaría-dijo sinceramente-.

Se quedó pensativo un momento, y luego se decidió a abrazar a su hermana sin añadir nada más, ya que prefería dejarse llevar por los actos.

-Quiero que seas sincera totalmente, que no te guardes nada y te puedas desahogar, no quiero que pienses que no puedes contar conmigo-dijo separándose lentamente de ella-.¿Qué les dirías si estuvieran aquí?-preguntó mirándola-.

Lo último que me podía esperar era un abrazo, eso y que me dijera que se consideraba afortunado... la verdad es que yo no era precisamente una bendición, pero claro, era lo suficientemente discreta en cuanto a mi vida privada como para que él no se enterara, lo último que quería era disgustarle. Me quedé algo parada y no pude responder al abrazo como hubiera requerido el momento, pero lo valoraba y en algún otro momento sería yo la encargada de demostrarle mi afecto (aunque aún no sabía cuando).

Saqué un par de cigarros de mi cajetilla y le pasé uno a él, encendiéndoselo con un antiguo mechero zippo que me había traído de Nueva York, luego encendí el mío y le di una calada, pensativa ¿que qué les diría si les tuviera delante? Me encogí de hombros y negué, subiendo las piernas al banco y acomodándome un poco, las señoritas no se sentaba así, pero bueno... yo era Jessie, no una señorita. -Creo que nada- no es que no tuviera nada que decir, es que no se merecían que les dijera nada. Una cosa era querer desahogarme y gritar e insultarles y otra muy sencilla querer tenerles delante para ¿pedirles explicaciones?¿o exigir una disculpa? No, no quería nada de eso. -No vamos a volver a verles, Ethan, y eso me tranquiliza. Ahora somos sólo tú y yo, Ethan y Jess... como ha debido ser siempre- ¿y qué si tenía que decir que estaban muertos como hacía él? Era mejor que recordarlo todo, a nadie le importaba nuestro pasado, mi pasado. Suspiré y le miré un instante, aunque pronto bajé la vista. -Te quiero y confío en ti, pero no puedes pretender que de un día para otro te lo cuente todo... necesito tener mi espacio- y tenía que entenderme porque él era exactamente igual, o peor.

Se sorprendió realmente tras escuchar su respuesta, ya que iba a hacer completamente lo contrario. ¿Nada? ¿Ni un solo grito, reproche o insulto? En eso eran demasiado opuestos, completamente extremos. Pero tenía razón, era posible que no volviese a saber de ellos jamás, y podía tener la certeza de que no les buscarían. ¿La razón? Porque era el único capaz de enfrentarse en esos momentos a su padre en una lucha cuerpo contra cuerpo, y se garantizaría salir airoso de ella, o al menos hacerle mucho daño y recibir poco. Y en cuanto a Diora... una mirada de decepción y un reproche sería más que suficiente. "Ojo por ojo, diente por diente, y el mundo se quedará ciego" , frase popular que tergiversaba y adaptaba a su manera con la de "Más vale dar, que recibir" , aunque el verdadero significado fuese distinto. Agarró el cigarro que Jess le dio y volvió a por el segundo en lo que llevaba de mañana, y solo había comenzado, un paquete o dos caían seguro.

Sonrió de lado tras escuchar lo extraño que sonaba de su boca lo de "Ethan y Jess" , parecía que fuesen un dúo cómico o algo semejante. No, cada uno iba por libre y se ponía sus propias normas. Ella no entraba en su vida ni él en la de ella. No es que no confiara en ella, pero por ejemplo, ¿Qué cara pondría tras enterarse de que es cleptómano y roba por placer? Pero había cosas que no le contaba y ella intuía, como que cada vez que salía de fiesta y se pasaba (cosa muy usual), solía acabar a puñetazo limpio con cualquiera. "Un tropiezo tonto", solía decir. Se quedó pensativo un rato y abrió los ojos como platos tras su siguiente comentario.

-Ya entiendo que pasa aquí...-dijo haciendo una pequeña pausa-.Que tienes pareja y tienes miedo de que no me caiga bien-bromeó manteniendo un tono y el rostro creíble-.No pasa nada, siempre y cuando pierdas tu virginidad después del matrimonio-dijo mirándola de reojo para no perderse su reacción-.

Ese que hablaba no podía ser Ethan, era una versión religiosa, conservadora y decente de Ethan ¿quién era ese individuo y qué había hecho con mi hermano? No pude evitar reírme, aunque no precisamente porque fuera gracioso, y negué con la cabeza. -¡Pasa de mi!- exclamé, dándole un codazo en el brazo. No, no tenía pareja, pero sí, la verdad es que en el fondo temía cómo podía reaccionar si un día aparecía en casa del brazo de otro, con ojillos de enamorada, dando saltitos y... nah, en ese caso a la que habrían cambiado por otra sería a mi.
¿Pero qué pensaba que hacía las noches que no dormía en casa?Vale que había días que me inventaba algo como que tenía que trabajar hasta tarde (y días que en verdad tenía que trabajar), pero yo también tenía mis necesidades... -Siento decirte que tu hermanita no podrá casarse de blanco- aunque también dudaba que fuera a casarme. Preferí no mirarle, no es que tuviera por qué reaccionar mal, a saber con qué clase de put.... fula... guar... chicas estaría él y yo no decía nada, pero era consciente de lo protector que era conmigo.

Rió ligeramente tras el codazo que le dio, el cual casi provocaba que su cigarro se cayese al suelo. Realmente ni siquiera él se reconocería si se viese desde fuera, y posiblemente ese estado de tranquilidad y paz no durase mucho, aunque algo era algo, mejor eso que nada. Se hacía una idea de que ella no era virgen, aunque le costaba entenderlo, ya que ella era bastante discreta con su vida privada, al contrario que Ethan, que no se acordaba de retirarse el rastro de carmín de los labios. ¿Para qué ocultar lo que era? Era un mujeriego empedernido, un día una y al día siguiente otra, nunca comía dos veces del mismo plato. Pero ella sin embargo… no , definitivamente no se la imaginaba con un hombre. Aunque bueno, muchas veces se iba a dormir fuera, pero Ethan pensaba que era a casa de alguna amiga suya… jodida Jessie.

-Claro que si, dale tiempo al tiempo-dijo poco convencido de ello-.

Ahora le vino a la cabeza la imagen de su hermana con un vestido de novia, con un novio con traje y la boda a punto de celebrarse. Incluso con un niño en su vientre que tardaría pocos meses en nacer. Definitivamente no, ella no podía tener pareja. Era la persona mas independiente del planeta, sin contar con Ethan. Ahora sentía ganas de saber todos los tíos con los que ella había estado, y darles un puñetazo en la cara a cada uno, porque entendía la mente de un hombre, que solamente buscaba un rato de placer.

-Vale Jessica, ahora supongo que me tocará darte la charla, ya que Logan no está muy por la labor- dijo irónicamente-. Supongo que para… en fin, mantener relaciones usas un método anticonceptivo, ya que si no lo usas puedes correr el riesgo de quedarte…- se frenó en seco, y comenzó a crear sus propias conclusiones y hacer montañas de un grano de arena-. Me cago en la puta, ¿Estás embarazada verdad? Por eso te cabreas tanto cuando toco tus cosas, porque a lo mejor en alguna de esas cartas que escribías para desahogarte , le contabas a Diora lo que no me puedes decir a mi , y por eso me lo mantienes oculto…-dijo sin dejarle tiempo a responder-. ¡Que solamente tienes diecinueve años! –dijo alzando la voz-. ¿Quién es el desgraciado del padre? ¿Lo conozco? ¿Lo conoces? ¿Solamente ha sido un rollo de un día? Bueno, da igual, va a acabar muerto de todas formas–dijo todo de una vez, sin ni siquiera tomar aire-. Supongo que vas a abortar… aunque claro, puede que no quieras…-dijo comenzando a hablar solo-.

off: me va mal xddd

...
...
...
¿Qué?
No daba crédito a lo que acababa de escuchar ¿pero de dónde se había sacado toda aquella sarta de gilipolleces? ¿Yo... embarazada? ¡No! Nunca, no estaba en mis planes ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo... por favor ¿de verdad era buena idea que los Rush siguieran dando cría? Yo pensaba que no.

Ethan no me dejaba tiempo a responder, a intentar defenderme o a interrumpirle aunque fuera para calmarle, alguna sinapsis había hecho mal contacto en su cerebro y estaba desvariando. Me preguntó quien era en presunto padre y ahí tuve por seguro que si algún día le presentaba a un chico, le mataría... genial para deshacerse de moscones, pero malo para tener novio. Finalmente se calmó, farfullando para sí mismo teorías sobre la interrupción de mi embarazo fantasma. -¿Has terminado ya?- pregunté, temiendo que volviera a explotar creyendo que podía tener... no sé, quintillizos. -No estoy embarazada, no soy tan descuidada, me conozco el rollo de las abejitas y las flores ¿vale?- no, definitivamente el sexo no era uno de los temas sobre los que quería hablar con mi hermano mayor y menos en esos términos.

Negué con la cabeza y le di una calada al mi cigarrio Cálmate, Jessie... se le ha ido la olla, nada más me decía a mi misma, tratando de no ponerme a gritar como una energúmena imaginando la hipotética situación de llegar a casa, contarle el problema y ver a Ethan con un bate, o una palanca, o una piedra enorme detrás de mi pareja... -¿Usas protección tú? Porque a saber cuantos sobrinitos bastardos corretean por el mundo sin que yo lo sepa- porque Ethan, precisamente en discrección, no ganaba.

Esbocé una sonrisa y negué, tampoco me hacía ilusión ser tía, la verdad. -Tú no eres normal- dije finalmente, convencida de que era lo suficientemente lento como para pedir una ayuda económica al estado.

Su mente buscaba soluciones a un problema que ni siquiera había confirmado su hermana, pero cuando se obstinaba en una idea, era muy complicado por no decir imposible convencerlo de lo contrario. Como si le daba por decir que la sal era dulce, a ver quien era el listo capaz de decirle que era salada... Llenó de aire sus pulmones y con la mandíbula apretada, le dirigió una mirada fulminante a su hermana tras el comentario de las abejas, seguramente le habría causado gracia de no ser por el mosqueo que llevaba encima.

-¿Que no estás embarazada? Eso habrá que comprovarlo, hoy mismo te compro un test de esos, lo de que no estás embarazada es justo lo que dirías si estuvieras embarazada, porque intentas engañarte a ti misma y a mí, y no lo vas a conseguir, no señor, a mí no me engañas...-dijo parando de hablar para darle una calada a su cigarro-.

Puestos a decir idioteces e incoherencias sin sentido, ahí estaba él, para ello. ¿Bipolar? Desde luego, en ocasiones solía dar esa sensación, a pesar de que no llegaba a serlo.

-Ah, se me olvidaba decirte que si no me confiesas la identidad de tu... lo que sea, buscaré y preguntaré hasta averiguar quién ha sido, no es muy complicado encontrar a un veinteañero hormonado-dijo mostrando una sonrisa , la cual se borró cuando vio otro inconveniente-. A no ser... que sea una persona mayor, lo que dificultaría la búsqueda...-dijo rascándose la nuca-.

Hizo amago de responder al irónico comentario que dijo su hermana, pero ahora que lo decía tenía razón. No sabía si había dejado embarazada a alguna, pero él avisaba antes de acostarse con alguna de que no le gustaban los compromisos, y que no se responsabilizaba de nada.

-¡Claro que me protejo!-mintió para que no lo utilizase en su contra-.¿Que no soy normal? Tú eres la rarita, si hubiese un concurso de... normalidad no me dejarían participar por ser profesional-dijo mirándola apenas-.

Empezaba a dudar de si lo que le había inyectado era en realidad insulina, porque tenía que haberse metido algo para desvariar de aquella manera. Maldito cabezota, siempre igual, a ver ahora como le convencía de que todo eso que estaba diciendo era producto de su imaginación ¿cómo iba a estar embarazada? Aún no lograba darme cuenta de qué le había llevado a dar ese salto en la conversación.

Lo dejé ladrar un rato más ¿qué no era difícil encontrar a un veinteañero horomonado? No, pero encontrar al exacto ya era otro cantar...igual de sencillo que encontrar una aguja en un pajar... si es que estaba por darle la razón, a ver si así le daba un síncope, o se quedaba en shock y se callaba al fin... aunque lo más probable sería que se pusiera a gritar y destrozara medio parque, era totalmente capaz.

-Y sigues...- musité, mientras seguia diciendo no se qué mierda sobre un concurso de normalidad, él bien sabía que éramos un tanto más raros que el resto de la gente, pero puesto a comparar, yo era mucho más decentilla y normalita que él, eso seguro. -¿Quieres que me haga una prueba de embarazo? Pues me la hago... pero vete pensando en que va a dar negativo y en que me voy a cabrear mucho contigo cuando estés sereno por venirme con esta jodienda- avisado quedaba, que gritara lo que quisiera y disfrutara de su cabezonería porque en cuanto le demostrara que estaba equivocado no sólo iba a ser un golpe en su orgullo, igual también recibía uno en las pelotas, por idiota.

Le di una última calada al cigarro y tiré la colilla al suelo, cogiendo el bolso y poniéndome de pie. -¡Hala! Arriba, nos vamos a una farmacia, a tirar el dinero en un palito que te va a demostrar que eres un anormal- sería en un concurso de anormales del que le echarían por profesional, que no se equivocara. Genial, mi plan ideal para un sábado, beberme mi peso en café para hacer pis en un palo.

Ya se imaginaba en un futuro cercano en una especie de comisaría, interrogando a una fila que parecía interminable de todos los habitantes varones de Svelven. Luego sacaría una lámpara y les alumbraría en plena cara, como si de una película americana se tratase hasta que confesaran, haciendo el truco ese de poli bueno poli malo, aunque en su caso sería hacerse el completo bipolar o un loco asesino escapado de un manicomio. Seguro que de esas lo encontraba, y después de matar al culpable, o al menos herirlo de gravedad. ¿Resaca? ¿Cansancio? ¿Efectos secundarios de haberle clavado la insulina?

No, era todo lo que tenía guardado en su interior, ya que empezaba a ser consciente de que su hermana ya no era una niña pequeña y que en el fondo, tenía miedo de perderla. Era inevitable que se enamorase, que se casara aunque ahora dijese que no y … que se quedara embarazada y formase una familia. Sí, tenía miedo a quedarse solo porque la idea de formar una familia no entraba en sus planes. Se le acabaría la libertad, tendría que ser muy responsable, cumplir obligaciones, adecuarse a una rutina… eso le aterraba demasiado. Observo a su hermana en silencio, estaba cansado y no le apetecía calentarse la cabeza, comenzaba a pensar que tal vez si que le decía la verdad, y que realmente ella no estaba embarazada y que todo eso era producto de su imaginación. Pero realmente, necesitaba comprobarlo, aunque luego todo fuese una equivocación.

-Claro que te la haces, y no creo que de negativo, a parte, ¿Acaso tienes la certeza de lo que dará? No me jodas eh Jessica, no me jodas…- murmuró esto último-. Pues no entiendo a que se debería tu cabreo, soy yo el que me estoy tomando bastante bien lo de tu embarazo-dijo pensando que llevaba aun la razón-.

Lanzó con algo de brusquedad la colilla al suelo, y le dirigió una mirada a Jessie para escuchar con mayor claridad lo que decía. Dio un salto del banco y se dirigió con rapidez hacia donde ella estaba, reteniéndola del brazo sin hacer fuerza para que no se fuera.

-¿Tu en alguna ocasión piensas? –dijo mirándola-. Si ahora vas a la farmacia, la farmacéutica sabrá que estas embarazada, y los rumores van a correr por Svelven hasta que todo el mundo se entere, es mejor que vaya yo luego, de mi no van a sospechar–dijo como si fuese lo mas lógico del mundo-.

Me preocupaba cuando se ponía así, cuando era incapaz de razonar y darse cuenta de que nada de lo que estaba diciendo tenía sentido, ahora se trataba de una tontería, pero ¿y cuándo fuera algo importante?¿Cuándo alguien le llevara la contraria en un tema, por ejemplo, referente al movimiento de la resistencia?

Siguió murmurando por lo bajo que me haría la prueba, que no le jodiera... y aún encima creía que se lo estaba tomando bien. Vino tras de mi y me sujetó, no estaba haciendo fuerza, pero no me gustaba que me agarrara de aquella manera, ni él ni nadie. Me solté, fulmiándole con la mirada ¿qué si yo pensaba?¿Pensaba él? Vale, genial, que comprara la puta prueba, me la haría y después le metería el resultado por el culo... así de sencilo, pero ahora tendría que tragarme todo el cabreo y ser comprensiva, algo me decía que Ethan no estaba bien, que eso era una manera de descargar su frustración, era imposible que él mismo no se diera cuenta de que era una tontería.

Procuré sonreír y le abracé. -Haremos lo que tú digas ¿vale? Pero parece mentira que creas que te miento...- cuando sabía que en ese tema ambos éramos iguales, sinceridad siempre, hasta el final. La mentira era una de las cosas que más odiábamos en este mundo junto con el abuso. -Te invito a un café, compras la dichosa prueba y nos vamos a casa...- y luego sí, luego una vez calmado le mataría y tiraría el cadáver al mar. Dios, sabía que no lo haría, pero de un par de gritos bien dados no se iba a librar, luego me pediría perdón, le obligaría a hacer algo ridículo para resarcirse y todo se arreglaría... o no.

Se quedó mirándola y retiró el brazo, dejando de retenerla. Ahora que se ponía a meditar más profundamente, Jessie jamás le había mentido. Ambos repudiaban las mentiras y la hipocresía, por eso ellos preferían la sinceridad, por dolorosa que fuese. Ella no sería capaz de mentirle, y mucho menos en algo tan importante como aquello. Si fuese cierto, de primeras no reaccionaría bien, ni de coña, se volvería en un momento un energúmeno incapaz de escuchar y razonar. Luego le llegaría el momento de sumisión y aceptación, incluso le ayudaría a mantener a su ...sobrino. Frunció el ceño extrañado cuando su hermana le dijo que harían lo que él quisiera. ¿Ni discutía ni se negaba? O estaba diciendo la verdad, o tenía una fiebre alta. Se quedó sorprendido ante su abrazo, el cual no correspondió como antes, se limitó a darle unas palmaditas en la espalda.

-Vale, no es necesario que te la hagas, te creo... supongo que si fuese verdad te habrías negado rotundamente -dijo con un leve encogimiento de hombros-.

Le dedicó una leve sonrisa ladeada y se quedó observándola un rato. No, aunque de primeras no diese la sensación, ella sabía a lo que se enfrentaba, y sabía que los actos tenían consecuencias que no podían gustar para nada.

-Cambió de planes, te invito yo al café, yo me tomo una cerveza y nos vamos a casa a descansar y a arreglar el espejo-dijo mientras pasaba una mano por uno de los hombros de su hermana, revolviéndole el pelo como cuando eran críos-.

Comenzo a caminar con ella a su lado y frunció el ceño levemente, ya que se le ocurrió una pregunta que le causaba curiosidad.

-Cuando tengas pareja, ¿Me la vas a presentar para que le dé el visto bueno? Te someto que no llevaré armas... de fuego-añadió en voz baja medio en broma-.

También me apetecía una cerveza... y un poco de eso que se metía para alucinar así, la verdad. Cedió, al fin, nunca le había mentido, no me imaginaba una situación en la que tuviera que mentirle a Ethan. Me revolvió el pelo y aparté un poco la cabeza, ya no era una cría, pero no podía decir que no me gustara que lo hiciera, en cierto modo me gustaba su protección, saber que estaba ahí para mi ¡pero yo era totalmente independiente! Me aterraba la idea de llegar a necesitarle demasiado.

Caminamos, dejando lejos el tema del no-embarazo, ahora me reía, pero luego... luego le destrozaría el resto del fin de semana. Me preguntó si le presentaría a alguna futura pareja, pero incluso estado él desarmado, no podía fiarme. - Ethan...- le dije mirándole con seriedad, aunque pronto esbocé una sonrisa un tanto irónica mientras le hablaba. -Antes me inyecto tu insulina para que me de un ataque- en todo caso le daría todos sus datos una vez ya no fuera mi pareja para que fuera cruelmente a por él y ma ahorrara el trabajo sucio. En el fondo estaba segura de que yo tampoco aceptaría a ninguna de las tías con las que podía estar, pero yo era más de hundirlas psicológicamente.

Miraba a Jess y veía a una chica madura, aunque irresponsable en muchos aspectos de su vida. Siempre se ofuscaba y se agobiaba con cualquier tontería, y en vez de arreglarlo o pedir prefería encerrarse en sí misma. Ethan sabía que su hermana era muy independiente, y que no establecía lazos afectivos para no encariñarse y tener que depender de esa persona, pero ¿Qué se podía esperar si a parte del cariño que Ethan intentaba darle no había recibido ningún otro? Habían crecido y se habían dado cuenta de muchas cosas, lo que les había vuelto algo más herméticos. Sonrió cuando su hermana se apartó, lo que provocó en él más ganas de picarla, despeinándola completamente.

-Estás como una cabra, ¡Pero si te he prometido no llevar armas de fuego!-se quejó entre risas-.

Ahora se imaginó una situación semejante, pero a la inversa. "Jess, te presento a mi chica" "¿Has traído otra de esas prostitutas a casa?"-diría con una sonrisa falsa- Decidió ponerle a prueba, por lo que puso un tono de voz convincente y bajó la mirada para añadir dramatismo a su teatrillo.

-Jess, ya que ahora tenemos más confianza me gustaría pedirte un favor-dijo rascándose la nuca como si algo le preocupase-.Me gustaría que fueses amable y que por ejemplo, salieses de compras con Svetlana, la rusa con la que estoy saliendo desde hace una semana, y me dijo que tenía ganas por conocerte -dijo manteniendo su papel fingido-. Y por si aceptas te voy a dar una única norma, no hables con ella sobre temas inteligentes relacionados con política, medioambiente, animales, actualidad, música o deportes, no está muy dotada para ese tipo de temas, ella prefiere hablar de belleza, moda y operaciones estéticas -dijo aguantando la risa-. Seguro que llegáis a ser grandes amigas, y si alguna vez tienes sobrinos, ella será la madre de esas criaturitas-dijo con una sonrisa amplia-.

Ya, no llevaría armas de fuego, pero no había dicho nada sobre no llevar armas blancas... miedo me daba, conociéndole podía hacer daño con casi cualquier cosa. Me imagino el titutlar "muerte por apuñalamiento con cuchara". Comenzó a picarme, sabía que le encantaba hacerlo y mientras no se pasara demasiado, se lo solía permitir, más que nada porque yo también se lo hacía a él. Hablaba sobre una tal Svetlana, so rollo desde hacía una semana, la futura madre de sus hijos, una mujer sin tema de conversación a la que quería que llevara de compras ¡yo, de compras!
No, eso era falso a la fuerza porque primero Ethan no pensaba en tener niños a su edad; segundo, no lo haría con una tía que más que en el prototipo de esposa encajaba en el de rollo de una noche o menos... y tercero ¡¡yo, de compras!! Ese pensamiento repetitivo quizás fuera el más molesto, jamás me llevaría por ahí a una de sus novias para hablar de ropita, maquillaje y peinados... nunca.

Pero puestos a picarnos el uno al otro, a ver quién lo hacía mejor... -Claro, ¿por qué no? Podría ser divertido... me estoy cansando de ir siempre con estas pintas- dije mirando mi ropa, su camiseta predilecta no hacía ningún favor a mi figura. -Quizás algo corto, con escote... de color rojo y unos tacones. He estado pensando el teñirme el pelo de rubio, sé que es un cambio muy radical, pero pronto te acostumbraras a que parezca una fulana- entonces tendría a un montón de tíos que apartarme de encima. -Esa chica y yo seremos como uña y carne...- una familia feliz.

Su sonrisa se borró en el instante en el que ella dijo ese comentario. Si, lo que le faltaba, tener a un montón de enanos idiotas con ganas de experimentar nuevas sensaciones. Se los cargaría a todos con un cuchillo, aunque fuese el de cortar el jamón, pero haría que esos niñatos desearan no haberse acercado a Jess. Luego calló en la cuenta de que le estaba siguiendo el juego, y antes de ponerse a gritarle meditó y decidió continuar con el teatro de pacotilla que se habían montado. A ver quien era el listo que decidía pararlo.

-Me parece bien eso de vestir de manera mas acorde a tu edad, y lo del pelo me parece una idea fantástica, así ambas tendríais el pelo del mismo color y podríais ir juntas a la peluquería para aclararos el tono o para echaros de nuevo el tinte-dijo con una sonrisa que parecía ilusionada-.

¿Ella rubia y con tacones? Eso era una estupidez como decir que los leones son vegetarianos, ella era la primera persona que dudaba de la capacidad de las chicas que parecían Barbies, que lo que les faltaba de cerebro le sobraba de otras partes de su cuerpo. Y su estilo, ese no cambiaría por nada, desde pequeña rebuscaba en su armario para cogerle complementos y camisetas, sobretodo.

-En serio, gracias por habértelo tomado tan bien, al principio he dudado de si me responderías que si, ya que pensaba que la gente tan… especial y única con Svetlana no eran muy de tu estilo- dijo con media sonrisa-. Ya me imagino la futura escena, ambos rodeados de niños pequeños correteando por la casa mientras la dejan hecha una mierda, y los cuatro juntos, tu , Svetlana, tu marido- dijo resaltando la ultima palabra-. Y yo , por supuesto-añadió sonriendo-. Seguro que nos llevamos bien tu marido y yo, iríamos de caza o apracticar boxeo o lucha libre –dijo omitiendo el dato de que iría con su cuñado a cualquier lugar donde pudiera acabar herido-. Menuda vida eh…- dijo dirigiéndole una mirada llena de picardía-.

¿Me seguía el juego? Vaya, contaba con que se pusiera hecho una furia imaginándome disfrazada de Barbie, dejando que todos los que se me acercaran se metieran en mi cama... pero no, fingía que le parecía buan idea ¡si hasta propuso que me fuera a la peluquería con su novia imaginaria a darme el tinte!

-Nah... si me cambio de look olvídate de que me case, uno diferente cada noche, tendré que empezar a tomar la píldora y a llevar una agenda o nos juntaremos con más críos de los que podamos mantener- críos babosos, que no paran de gritar y pedir y llorar... no, la verdad es que la imagen de nuestro apartamento convertido en una guardería me ponía mala. -¿Svetlana es liberal...? Porque en la universidad hay un chico muy mono que me propuso hace no mucho hacer un trío... con dos chicos vale ¿pero con otra chica?- ahí le iba a doler, de eso estaba segura, pero era la intención, que se picara, total, no se podía poner más paranoico que con la idea de que estaba embarazada.

Alzó una ceja tras el comentario de que a partir de ahora los chicos se le acercarían demasiado y debería usar la píldora porque se acostaría con uno cada noche. Sabia que eso le jodía demasiado a Ethan, el pensar que un desgraciado se aprovechara de ella y la dejase embarazada le enervaba, le daban ganas de matar a quien fuese. Si la querían dejar embarazada bien, siempre y cuando estuviese dispuesto a durar años con ella y se comprometiera a cuidar del crío , saliera bien o no la relación. En caso contrario, paliza que se ganaban, por idiota y por haberse aprovechado de su hermana.

-En ese caso me parece perfecto, pero tal vez es mejor usar el condón, ya sabes, las enfermedades de transmisión sexual- dijo como si le estuviese quitando hierro al asunto y lo tratase con total normalidad y frecuencia con ella-.

Forzó una sonrisa y negó lentamente con la cabeza, rechinando sus dientes ligeramente al imaginarse la situación. Más le valía que el chico ese solo fuese una coña para seguirle el juego, y que realmente no le hubiera propuesto semejante gilipollez. No podía evitar verla como una niña pequeña, como si la Jessie de la que se encargaba de cuidar cuando sus padres estaban fuera no hubiera crecido nunca. Como su inocencia perdurara en ella y no se hubiera ido con el tiempo.

-Siento decepcionarte, pero no es nada liberal, es bastante posesiva, incluso me ha propuesto irme a vivir con ella a Rusia, obviamente he aceptado- dijo con una sonrisa aparentemente tranquila-. Pero no te preocupes, te mandaré cartas y postales de nosotros juntos con los pequeños en navidad y en fiestas, incluso puede que te visitemos una vez o dos al año- dijo imaginándose la situación-

Definitivamente no se imaginaba ni con una mujer que soportase su carácter y sus salidas, ni lejos de un lugar tan tranquilo como Svelven ni con hijos. Dios, le aterraba la idea de tener que acostumbrarse a cambiar pañales, tener que pasearles, limpiarles los mocos y llevarles felizmente a la escuela. Ni harto de vino tendría hijos.