Cambios de aire. {Valerie}

Hoy había despertado con ansias de libertad. Observé por la ventana, un día soleado y colorido de un Sábado por la mañana, era perfecto. En dónde los pájaros cantaban de alegría y seguramente, la gente ''normal'' estaría disfrutando del clima y de la naturaleza. En mi caso, yo estaba encerrada en la celda, ahogándome por dentro porque sentía que no tenía espacio, no tenía otro aire en el cuál respirar. Estaba cansada de lo único que ver y sentir era lo que tenía allí, las paredes acolchonadas, mis libros y mi birome. Contanto también el aroma a sucio que tenía ese lugar, era aborrecible. Pasaba horas aburriendome, sólo me entretenía un poco con la lectura o escritura que solía hacer. Hoy no quería pasar otro día igual y un poco de cambios de aire nunca viene nada mal.

Decidí hacer algo distinto, quería respirar de una vez por todas, un aire diferente. Necesitaba sentir un poco de libertad y salir de allí. Tomé mi libro y me dirigí hacia el jardín de Vecordia. Respire hondo, inhalando todo el aire fresco y distinto de la naturaleza, los árboles y plantas. Hace mucho no lo sentía, nunca salía de mi celda, sólo para comer y nada más. Me tiré sobre el pasto seco, mirando el cielo. Amaba hacerlo, era tan pacífico y tranquilo este jardín, no sé porque nunca antes he venido aquí. Luego de estar un rato largo acostada sobre el pasto, me senté sobre un banquillo que estaba cerca de ahí y me puse a leer un libro que me había prestado Valerie, ''La caperucita roja'', ya que era el último que me quedaba y necesitaba un poco de lectura. Abrí la tapa y comencé a leer tranquilamente, disfrutando del poco de libertad que brindaba éste jardín.

Tenía una lectura bastante fácil y rápida que me hizo que llegara hasta la mitad del librito de cuentos. Era divertido y... nostálgico. Me hacía recordar a mi infancia, a mi querida infancia. Lo único feliz que me pasó en toda mi vida y que siempre deseaba el volver atrás. ¿Por qué tuvo que ocurrir todo lo que le pasó? ¿POR QUÉ? Eso es lo que me pregunto todos los malditos días, luego del accidente que me perseguirá por todo lo que me queda de vida. El pasado te persigue hasta que te mueras, es así, aunque éste sea bueno o malo. Sintió un nudo en la garganta, que hizo que dejara de leer. Trago saliva e intentó seguir con lo que estaba haciendo.

Dí vuelta la hoja que leí muy rapidamente, sin saber lo que decía por el pensamiento que había tenido anteriormente, y de repente sentí que alguien se había sentado al lado mío. Giré la cabeza sosteniendo la página del libro para que no se me pierda, y ví a Valerie con una sonrisa cálida y agradable que ella siempre tenía en su rostro. Esa chica le parecía una buena persona, aunque le guste gritar demasiado, una de las cosas que más odiaba. Pero con el paso del tiempo no lo hacía más. Y a pesar de eso, me caía bien, increíblemente. -¡Valerie! Yo, bien, creo. ¿Y tú cómo estás?- Contesté con inseguridad, ya que lo que había pensado anteriormente me había abrumado y hecho sentir un poco mal. -Me encantó el libro, aunque sea infantil. Ya voy por la mitad. Muchas gracias por prestármelo, lo termino y te lo devuelvo. - Y esbozé una pequeña sonrisa en forma de agradecimiento.